Actualmente, los denominados Trastornos del Espectro Autista (TEA) incluyen tanto el autismo como también el síndrome de Asperger y el trastorno generalizado de desarrollo no especificado. “Estas patologías se definen como una discapacidad del desarrollo que puede provocar problemas sociales, comunicacionales y conductuales, pero que generalmente no tienen características físicas que los distingan de otras personas”, explica la psiquiatra infantil de Centros Médicos Vidaintegra, Dra. Ester Hasson.

Señales

Para identificar los TEA en niños, los indicios a los cuales debemos estar atentos son:

  1. Menores que evitan el contacto visual y se aíslan.
  2. Dificultades para relacionarse con los demás o no manifestar ningún interés por otras personas.
  3. Presentan complicaciones para comprender sentimientos de otras personas y expresar sus propias emociones.
  4. Evitan contacto físico, prefieren evadir los abrazos, con excepción de cuando ellos están interesados.
  5. No miran objetos cuando se los señalan y tampoco los indican ellos para mostrar su interés.
  6. No participan en juegos de simulación, sino que ordenan o apilan éstos.
  7. Intereses más limitados.
  8. Repiten o imitan palabras o frases que escuchan.
  9. Repiten acciones una y otra vez.
  10. Les cuesta mucho adaptarse a cambios en las rutinas.
  11. Reaccionan en forma peculiar ante ciertos olores, gustos, tacto, aspecto y sonidos.
  12. Pierden destrezas que ya habían adquirido, por ejemplo, dejan de decir palabras.

Aunque aún no se han determinado todos los factores de riesgo que aumentan las probabilidades de padecer estas patologías, de acuerdo a la doctoras existe un consenso de que son causadas por una interacción entre una susceptibilidad genética heredable y factores ambientales que actúan durante la embriogénesis. Asimismo, se conoce que por cada cuatro varones afectados, hay solo una mujer.

Diagnóstico temprano

El diagnóstico es clínico, realizado por profesionales de salud capacitados en este tipo de trastornos, y no existen exámenes de laboratorio ni de imágenes que confirmen o descarten esta condición. La psiquiatra precisa que “existen pacientes con un desarrollo precoz de su sintomatología, por lo que se les puede diagnosticar a los 18 meses de edad o incluso antes”.

Sin embargo, en otros casos los niños crecen y luego sufren una regresión en las habilidades ya adquiridas, presentando indicios del trastorno tardíamente.

Los pacientes con TEA presentan problemas en las relaciones sociales, emocionales y de comunicación. Además, “frecuentemente tienen formas distintas de aprender, prestar atención o reaccionar frente a estímulos”, aclara la Dra. Hasson.

A pesar de que no existe un tratamiento curativo para el autismo, las intervenciones tempranas pueden mejorar el desarrollo y permite que los niños adquieran destrezas importantes, tales como hablar, caminar e interactuar con los demás.