Durante las vacaciones de verano tienen lugar procesos importantes para los niños: con el descanso viene el crecimiento físico y también un descenso en el estrés que permite fijar conocimientos. Pero la ausencia de rutinas puede ser contraproducente para ellos, dado que los niños necesitan de éstas para sentirse seguros y relajados. Además, la tensión que puede aparecer en las familias cuando se necesita pasar de la modalidad vacaciones a la escolar puede generar roces que son evitables.

Existen ciertas maneras de mantener las estructuras sin que los niños dejen de sentir que están de vacaciones. Recordemos que éstas se refieren al cambio de actividad y a la desconexión de la tarea principal (en este caso, el colegio), pero no significan “no hacer nada”. He aquí algunas ideas para implementar en el hogar.

Respetar horarios de sueño:

Si bien se puede ser más flexibles con la hora de dormir, se recomienda mantener un rango estable para que los niños no pierdan los hábitos ya instaurados, y tengan así toda la energía necesaria para disfrutar de sus vacaciones. Idealmente este horario debe encontrarse entre las 21:00 y las 23:00 horas para mantener normalizado el ciclo hormonal del crecimiento.

Comer lo más sano y nutritivo posible:

Es ideal aprovechar el verano y la gran variedad de frutas y verduras disponibles para alimentar a los niños e incluso para que conozcan nuevos sabores. Si se mantiene una dieta saludable y los niños se encuentran activos durante el día, llegarán a las comidas con mucho más apetito y deseos de comer, por lo que estarán más dispuestos a probar comidas que hasta entonces no habían enfrentado o no habían querido probar. Además, entregarles comida de fácil digestión les permitirá poder jugar y moverse más y mejor, a diferencia de la comida chatarra, que los deja agotados y con el estómago pesado.

Actividades organizadas:

Es muy bueno para los niños, aunque resulte agotador para los padres, tener cierta organización para su tiempo libre, para no caer así en el aburrimiento excesivo y la apatía. Por ejemplo, organizar para que vayan por la mañana a la piscina, luego regresen a almorzar, y luego jueguen en el jardín con sus hermanos y amigos, más tarde cenen, realicen una lectura entretenida en familia y luego duerman. Puede tratarse de una rutina simple para que se pueda adaptar fácilmente en caso de viaje o paseo.

Adquirir y aprender responsabilidades domésticas:

Si los niños se encuentran en la casa de vacaciones, bien pueden aprender a cooperar con algunas labores domésticas aptas para su edad e incorporarlas como responsabilidad en su rutina. Lo básico es que hagan su cama y mantengan su dormitorio ordenado, pero a ello se puede sumar recoger la ropa sucia de los distintos integrantes de la casa, colgarla luego del lavado, lavar verduras antes del almuerzo, pueden aprender preparaciones básicas en la cocina e incluso a hacer galletas o un queque saludables para endulzar las vacaciones. Sentirse útiles aportará a que puedan reincorporar los hábitos escolares con más facilidad.

Leer:

Continuar con la lectura en las tardes como un modo de relajar a los niños antes de dormir y de mantener el hábito formado durante el año. Una entretenida opción es que los niños tengan la posibilidad de ir a la biblioteca o librería y elijan personalmente lo que quieren leer. Si esto se realiza en familia, se utiliza además la ocasión para fomentar el apego.

 

Por: Fundación Educacional Oportunidad.