Cada hijo es un regalo de Dios, único e irrepetible, y aunque  insistamos en encontrarle cierta semejanza con sus progenitores (“tiene los ojos igual a su padre”, o “tiene la nariz de su abuelita”) su individualidad se hace presente desde los primeros instantes de vida, mostrándonos una personita completamente diferente que se irá desarrollando a su ritmo de acuerdo a la madurez  de sus funciones y al ambiente que lo rodea. Una buena interacción entre estos aspectos será la base para que el niño se pueda ir desarrollando en forma adecuada y alcanzar los logros esperados para cada etapa.

Este proceso que debería estar cargado de logros y satisfacciones no siempre resulta así y existen en el diario vivir una serie de frustraciones que el niño debe aprender a tolerar con el único fin de que logre ir desarrollándose en forma adecuada y pueda ir adaptándose a las distintas situaciones, comprendiendo que los conflictos son parte de la vida.

Preguntas

Sin embargo, existen ciertas conductas negativas que cuando se hacen reiterativas en el tiempo nos quieren ejemplificar que algo le está sucediendo al niño y debemos prestarle la atención necesaria para darle solución al problema. Frente a esto sería necesario hacernos las siguientes preguntas:

  • ¿En qué momento es insolente el niño, es decir, es una conducta reiterativa o esporádica? Si es esporádica ¿puede estar obedeciendo a una situación particular que es necesario corregir? Si es reiterativa ¿sería  necesario consultar con un especialista, ya que seguramente el niño está pasando por un momento de aflicción?
  • ¿Es la conducta insolente copia de la dinámica que se vive al interior de  la familia o es resultado de cómo los padres lo  tratan a él?  Los niños copian exactamente lo que ven. Nuestra actitud hacia ellos tiene un efecto mucho mayor que nuestras palabras. Es fundamental que estemos atentos a nuestro comportamiento y que seamos consecuentes con lo que queramos que ellos aprendan de nosotros.
  • ¿Cómo podríamos clasificar nuestro comportamiento hacia el niño? Generalmente un comportamiento permisivo donde no se le pone ningún límite al niño genera un sentimiento de rabia e impotencia, ya que el menor se siente abandonado y poco querido. Es en estos casos donde el niño se forma sin límites claros y no aprende a tolerar las distintas frustraciones.

Etapas

Finalmente, es importante tener presente que a través del desarrollo, el pequeño tiene que ir avanzando por distintas etapas que le significan enfrentar una serie de exigencias, donde es esperable un comportamiento más difícil. Sortear de la mejor manera estos momentos es el mejor consejo para que el niño siga avanzando en forma adecuada.  Esto quiere decir que debemos estar atentos para saber qué debemos hacer cuando, por ejemplo, tenemos un hijo adolescente. Estar presente muchas veces con nuestro silencio, mirando nuestro comportamiento, que es el mejor ejemplo que ellos pueden recibir.