Los dibujos son un importante canal de comunicación entre el niño y su mundo exterior. Son la primera instancia que utiliza el niño para reflejar su estado afectivo y emocional. Sin embargo, es muy importante especificar que solo una persona especializada puede interpretar los dibujos, siguiendo protocolos establecidos para ese fin. El especialista debe tener en cuenta la historia de vida, familiar y de salud de la persona que dibujó. Esto servirá como marco de referencia desde la cual está haciendo el dibujo.

Pero existe un elemento común en todos los niños: la capacidad del dibujo es una plataforma comunicativa, una vitrina donde se muestra un mosaico de sensaciones y emociones, es decir, el mundo interno del niño. No siempre serán obvias, sino que deberán interpretarse cautelosamente. El dibujo es una herramienta de evaluación, ya que es una expresión de sentimientos y deseos que puede ayudar a saber, por ejemplo, cómo se siente el niño respecto a su familia, a su colegio, a sus amistades, etc.

Temprana edad

De acuerdo a la sicóloga Paula Ramírez, el primer “garabato” supone la primera expresión gráfica de lo que más adelante serán trazos. Estos irán tomando progresivamente forma y contenido. Son los precursores de algo más importante que vendrá después: el dibujo y la escritura. Estos primeros «dibujos» suelen efectuarse a partir del año y medio. Evidentemente sin intención ni capacidad para representar formas, figuras u objetos. Sí pueden, desde un punto de vista sicológico, permitirnos explorar algunos detalles tempranos de su afectividad y temperamento.

Explica que igual como ocurre con otros aspectos del aprendizaje, cada niño es un mundo y seguirá su propio proceso y ciclo. Los hay más precoces y otros más lentos en la adquisición de ciertas habilidades, lo que no refleja —al menos en estas edades— retraso o menos capacidad futura. No obstante, siempre será positivo potenciar, motivar y acompañar al niño en cualquier proceso de aprendizaje y estar atentos a cualquier problema que pudiera surgir.

Ponga atención

De acuerdo a la sicóloga, lo que interesa en este tema es el simbolismo y los mensajes que el dibujo transmite, no su perfección estética ni su calidad. Además, debemos respetar su decisión de dibujar y no obligarlo: si el niño dibuja con placer es posible que traslade su estado anímico al papel.

En la etapa de las primeras formas suele empezar la experimentación con diferentes colores. Ya podemos distinguir algunos rasgos del temperamento del niño y cuando se suman más detalles, el dibujo puede tener una intención clara de comunicar situaciones, personajes y emociones.

Paula Ramírez señala que existen ciertos elementos susceptibles de observación y evaluación en los dibujos. Es bueno tenerlos en cuenta, pero no debemos generalizarlos:

  • La mirada y la actitud. ¿Disfruta el niño con la actividad? ¿Solicita los lápices?
  • El modo de tomar el lápiz.
  • Elección del tipo de papel.
  • El espacio que ocupa dentro del papel.
  • El tamaño y dimensión del dibujo.
  • La presión del trazo.
  • Formas y figuras.
  • Elección y manejo de los colores.
  • Elección del tema.
  • Tipo de dibujo (figura humana, naturaleza, animales, objetos, etc.).
  • Originalidad y creatividad.

Evaluación

Es posible plantear que a partir de los 5 años el dibujo se convierte en una herramienta de gran utilidad en la evaluación sicológica de los niños. Es necesario acompañarlos de preguntas simples, no guiadas, acerca de algunos de los aspectos dibujados, para recibir información de forma natural y sin intimidarlo, lo que le ayuda a expresarse con libertad.

Como se especifica en el libro “Cómo interpretar los dibujos de los niños”, de Nicole Bédar, es interesante comentar y aclarar ciertas dudas referente a los libros para colorear versus dibujar en hojas blancas. Los libros para colorear no limitan la imaginación y aquí el acento recae en la elección de los colores. Por su parte, el papel blanco deja libre la imaginación y estimula la creatividad. Lo ideal sería que el niño tuviera acceso a ambas posibilidades.