Las altas temperaturas, que de manera permanente nos acompañan durante el verano, a ratos se vuelven abrumadoras. Estamos más irritables y la incomodidad que nos provoca el calor dificulta un poco más nuestro día a día. ¿Por qué nos afecta más el calor durante esta época?

Para explicar las implicancias en esta etapa, la Dra. Claudia Santiago, gineco-obstetra de Clínica Bicentenario, comenta que “el embarazo es un estado en el que, de manera natural, existe un aumento progresivo de la temperatura corporal. Las razones de esto son hormonales, ya que, la progesterona -hormona que se produce a nivel placentario- provoca un aumento de la temperatura basal y, por otra parte, el feto que crece dentro del útero coopera, con este aumento de la temperatura corporal”.

Según da cuenta la especialista, la sensación térmica de la embarazada, es mayor a la de las personas en general y su temperatura axilar es por lo menos 0,5 grados más que cuando no está embarazada. “Todo esto hace que el embarazo sea mal tolerado en épocas de verano sobre todo cuando se encuentra en una etapa avanzada de la gestación. Las altas temperaturas cooperan también a que el sueño sea poco reparador lo que también es una molestia para la embarazada”.

No obstante, la Dra. Santiago afirma que no existe evidencia científica que las altas temperaturas provoquen, per se, patología materna, fetal u ovular, pero hay que tener presente siempre los síntomas del “golpe de calor”. Estos se presentan con temperatura sobre 39 grados (de causa no infecciosa) y están asociadas a mareos, náuseas, vómitos, desorientación y sudoración excesiva”.

Respecto de la hinchazón, la especialista comenta que se debe a la presión que el útero ejerce sobre las extremidades inferiores sumando a la fuerza de gravedad y la progesterona, que, junto con aumentar la temperatura corporal, produce vasodilatación periférica, lo cual coopera con el edema. No obstante, aclara que “esto ocurre en cualquier época del año y a cualquier temperatura ambiental, solo que las altas temperaturas aportan más vasodilatación, pero no es gravitante en el fenómeno”.

Tome nota

Para evitar malos ratos asociados a las altas temperaturas, la especialista recomienda las siguientes consideraciones:
Evitar estar en el exterior en las horas de mayor calor.

  • Utilizar bloqueador solar.
  • Mantenerse hidratada y si el sudor es mucho, ingerir líquidos isotónicos.
  • Beber 3 litros de agua diariamente.
  • Comer comidas de preferencia frías, futas, verduras y evitar el exceso de grasas e hidratos de carbono.
  • Usar ropa holgada y ojalá de algodón.

En este ámbito, la Dra. Santiago comenta además que “estos cuidados se deben consideran también en el recién nacido, el cual al no poder hidratarse por sí mismo, ni desvestirse y tampoco pedir líquidos, está más expuesto a un golpe de calor por lo que es fundamental mantener la hidratación a través de la lactancia a libre demanda”.
A esto la especialista agrega que “se debe evitar el sobre abrigo y estar atentos a los signos de deshidratación como el llanto sin lágrimas, la irritabilidad o el signo del pliegue positivo, que ocurre cuando uno toma entre los dedos la piel del bebé y las arrugas que se forman persisten al soltar la piel de entre los dedos del examinador y es un signo de deshidratación. Debe hacerse a nivel toráxico, no en áreas con panículo adiposo grueso”, finaliza.