Primer mes (semana 1 a la 5)

La sorpresa por el test positivo. Para muchas mujeres, suele ser el momento en que producto de un atraso menstrual, un cambio en el sangrado o algunos síntomas como náuseas y mareos se realizan un test de embarazo. Cuando aparece la segunda rayita, algunas más desconfiadas que otras, suelen repetirse una o incluso dos veces el test para confirmar la sospecha. ¡Están embarazadas! En esta etapa, la principal preocupación de la mujer debe ser tomar ácido fólico de 1 mm al día, suspender el alcohol y el tabaco, y controlarse para confirmar el embarazo. Esto requiere ―en la mayoría de los casos― una ecografía transvaginal, examen que no daña en absoluto. Las gestantes se sienten bien, aunque ya manifiestan exceso de sueño o hipersomnia.

 

Segundo mes (semana 6 a la 10)

La mujer ya debe haber confirmado su embarazo mediante un control de salud. Y para aquellas que se percataron más tardíamente de su gestación, el síntoma más común suelen ser náuseas matutinas, vómitos y malestar gastrointestinal. Un remedio natural y efectivo para contrarrestar estas molestias es el jengibre, que puede ser complementado con algunos suplementos vitamínicos del complejo B. El ácido fólico debe seguir utilizándose en la misma dosis. La mujer debe someterse a un control médico donde evaluarán su peso, talla, índice de peso corporal (para planificar el aumento de peso) y un conjunto de exámenes de sangre y orina. Con esto se pretende detectar algunas enfermedades, como anemia, hipotiroidismo e infecciones urinarias, entre otras.

 

Tercer mes (semana 11 a 14)

Disminuyen las molestias gastrointestinales y los síntomas del embarazo van desapareciendo.  Habitualmente, las mujeres retoman su energía vital, las náuseas y vómitos van desapareciendo. Disminuye el cansancio y sueño excesivo. En este período deben realizarse una ecografía que permite detectar patologías como el síndrome de Down y condiciones de riesgo para parto prematuro, preeclampsia y restricción del crecimiento fetal. Al finalizar este ciclo se suspende el uso de ácido fólico.

 

 

Cuarto mes (semana 15 a 18)

En esta etapa la mujer está nuevamente llena de energía. Las náuseas y vómitos ya no están presentes y se reintegran a sus actividades cotidianas. Muchas inician programas de actividad física para embarazadas y comienzan a imaginar el aspecto de su bebé. Aquellas que han tenido hijos pueden sentir al final de este período los movimientos fetales, los cuales ocurren de forma frecuente, tanto de día como de noche. Algunas sienten mayor pesadez en la región de la pelvis y a veces describen un peso vaginal. Pero en general se sienten genial.

 

 

Quinto mes (semana 19 a 23)

Las gestantes le están traspasando cerca de medio litro de sangre por minuto al útero y la placenta, razón por la cual pueden experimentar fatiga y desmayos cuando se levantan muy rápido, cuando se mantienen durante mucho rato paradas o sobre todo cuando están en espacios cerrados o con altas temperaturas. Si experimenta esta situación la solución es simple: recostarse y levantar las piernas, con lo cual rápidamente se siente mejor. Aumentar la ingesta de líquidos sobre los 2 litros diarios es una forma de prevenirlo. Al igual que utilizar gorros, quitasoles y otras fuentes de sombra si van a la playa o en espacios al aire libre. Recuerde que dado el crecimiento del útero, la vejiga ve disminuida su capacidad, lo que obliga a orinar más frecuentemente. Las mujeres que están en su primer embarazo sienten durante este período los movimientos fetales de forma regular. Incluso sus familiares ―si les palpan el abdomen― pueden sentirlos.

 

Sexto mes (semana 24 a 28)

Empiezan a aparecer algunas molestias en la columna baja y la vejiga definitivamente parece haberse achicado. Las gestantes empiezan a referir dolor lumbar bajo, incomodidad al recostarse o al estar sentadas por largo rato. Algunas relatan que al finalizar su jornada laboral sienten pesadez en las piernas y cansancio. Además, experimentan ganas frecuentes de orinar. Lo ideal es continuar la práctica de actividad física regular, controlar el aumento de peso evitando subir más de 1 kg mensual y asistir a control médico para realizar una ecografía de anatomía fetal. Con esto se pueden descartar la mayoría de las malformaciones del feto, permitiendo en algunos casos ser tratados, incluso dentro del útero (fetoscopia, cirugía fetal intrauterina). Esta ecografía es un examen que algunos padres conocen como doppler o 3D. Debe ser realizado por especialistas certificados en centros acreditados.

 

Séptimo mes (semana 29 a 33)

A las molestias lumbares pueden agregarse molestias en la región del tórax, por un mayor tamaño mamario. Algunas embarazadas sienten ardor o picazón en los pezones. En ocasiones les puede salir una secreción blanquecina (calostro) al comprimirse el pezón. La vejiga está con menos espacio y se orina más seguido. Corresponde repetir los exámenes sanguíneos y de orina de comienzos del embarazo. Y se agrega la prueba del azúcar, que permite diagnosticar diabetes del embarazo. Los movimientos fetales son periódicos y reaparecen malestares gastrointestinales como acidez y reflujo. Algunas mujeres sienten dolor pélvico y sensación de que el abdomen se endurece. Puede tratarse de las contracciones de Braxton Hicks (empiezan en la noche, no son muy dolorosas y duran entre 45 a 60 segundos). La gestante cuenta que ha empezado a dormir de forma interrumpida (para orinar y por acidez).

 

Octavo mes (semana 34 a 37)

Muchas mujeres y sus parejas ya están ansiosas por conocer a su hijo. Los movimientos siguen siendo una forma de percibir al bebé. Gracias al permiso prenatal, la futura mamá puede dedicarse a preparar la llegada del retoño. La disminución de la carga laboral alivia las molestias mecánicas y muchas veces se le ve nuevamente energizada, con mucho ánimo para terminar esos “arreglos” que hacen más acogedor el espacio donde recibirá a su hijo. Las molestias lumbares se pueden hacer más comunes, al igual que las contracciones uterinas durante los ratos de mayor actividad. Al final del día las piernas suelen hincharse, lo que disminuye con el reposo con los pies en alto. En esta etapa se realiza un control médico donde se estima el peso del feto y se verifica que todos los parámetros, incluidos la presión arterial y el peso, estén normales.

 

Noveno mes (semana 38 a 41)

Maletas listas y carnet maternal en la cartera, porque el parto puede presentarse en cualquier momento. Las gestantes se encuentran más ansiosas de ver por primera vez a su hijo. Quieren conocerlo y muchas veces consultan con lo que se llama “una falsa alarma”. El parto es una etapa que se anuncia generalmente una semana antes por la aparición de contracciones más frecuentes, por la pérdida del tapón mucoso (flujo vaginal café oscuro a veces con un poco de sangre) y por la sensación de peso en la pelvis y la vagina. Algunas cuentan que les cuesta dormir y se sienten más cansadas para realizar algunas actividades cotidianas. La hinchazón de los pies puede acompañarse de las manos y a veces dejan de usar anillos y relojes. Los movimientos fetales son intensos y pueden despertar a la madre. En esta etapa se recomienda acudir a control médico semanalmente, donde se evaluará su estado general de salud y la presencia de contracciones o dilatación, lo cual puede indicar que el parto es inminente.

El día del parto, generalmente las embarazadas relatan que las contracciones son más seguidas (cada 3 a 4 minutos) y más intensas (empiezan a volverse dolorosas). Esa es la noticia más esperada del embarazo. Ese dolor en la contracción significa que está llegando el momento que hace 9 meses esperan. No deben asustarse, deben conectarse con su bebé y empezar a contarlas, enfocándose en la respiración. Si son más seguidas, alcanzando 3 a 4 cada diez minutos y se mantienen así durante una hora, es el momento de consultar a la maternidad. Lo mismo debe hacer si pierde abundante líquido por la vagina o si sangra.

 

Fuente: Dr. Luis Ignacio de la Torre Chamy, gineco-obstetra de Clínica Ciudad del Mar.