Cuando nace un bebé se abre un mundo de estímulos para él. El vientre materno queda atrás y los colores, aromas, sabores, ruidos y otras mil sensaciones se convierten en pan de cada día. Estas mismas percepciones que impactan cada uno de sus sentidos, lo ayudarán a desarrollarse correctamente a lo largo de los primeros meses. Todo lo que escuche, mire, toque o sienta le será útil. Y poco a poco irá adquiriendo mayor habilidad para reconocer su propio cuerpo y el entorno que lo rodea.

Los padres pueden ayudar mucho para estimular los sentidos del bebé. De acuerdo al Dr. Luis Barranco, neonatólogo y profesor de la Escuela de Medicina U. Mayor, se puede estimular fundamentalmente dando pecho. Ahí la madre acaricia a su hijo, le puede conversar, el recién nacido observa a su madre e interactúan ambos.

Un buen programa de estimulación debe incluir actividades que desarrollen el tacto, el oído y la coordinación viso-motora. También juegos de orientación espacial que permitan al bebé reconocer distintas posiciones y ejercicios físicos que potencien la motricidad en función de la edad. “Los padres tienen que estar interactuando con su hijo, conversarle, ver sus reacciones ante los estímulos, ruidos, voces, alimentación. Además, deben acudir a los controles médicos para evaluar su desarrollo”, recomienda el especialista.

Visión

El Dr. Barranco señala que el desarrollo de la visión comienza antes del nacimiento. Al nacer, el bebé solo ve en tonos blanco, negro y gris. Además, sus ojos no tienen la capacidad de enfocar objetos cercanos. A pesar de estas limitaciones, los estudios demuestran que a los pocos días de vida prefiere mirar una imagen de la cara de su madre que la de un extraño.

Ciertamente, a juicio del médico, el sistema visual de un bebé necesita algún tiempo para desarrollarse. Pero la capacidad de ver en colores comienza rápidamente. Al menos una semana después del nacimiento pueden ver el rojo, naranja, amarillo y verde. “En esta etapa, además, los ojos pueden desviarse hacia dentro o hacia afuera de la alineación adecuada”, añade.

Una buena idea para los padres consiste en presentarle dibujos en blanco y negro, y moverlas de un lado a otro para que las siga con la mirada. Para captar de nuevo su interés, hay que mostrarle otra distinta.

Olfato y gusto

El especialista explica que en la mayoría de los casos se asume que el recién nacido puede oler y degustar, dos sentidos que están estrechamente ligados. Añade que las investigaciones demuestran que prefieren los sabores dulces.

Cuando el bebé tiene hambre es capaz de sujetar el pecho con firmeza y utilizar la parte posterior de la lengua para succionar. Si necesita relajarse al final de la toma, no agarra el pezón con tanta fuerza. Más bien lo sujeta con suavidad y sin presionar demasiado, para disfrutar de la cercanía con la madre.

Pero más allá de la alimentación, las terminaciones nerviosas de la boca proporcionan a los niños una valiosa fuente de información (descubren los objetos) y placer. Los especialistas aseguran que la succión los tranquiliza, llevando a cabo esta acción incluso durante la etapa fetal.

Oído

Varias investigaciones han concluido que el bebé no está aislado en el vientre materno, sino que percibe sensaciones especiales. El Dr. Barranco coincide con esto al señalar que el recién nacido ha escuchado los sonidos desde que estaba en el útero, pero al nacer los sonidos se vuelven mucho más claros. “Generalmente, el recién nacido de término tiene un examen auditivo normal. Las voces humanas, especialmente la de mamá y papá, lo calmarán”, sostiene.

Siempre se recomienda hablarle tiernamente y cantarle mientras los padres lo acunan para observar su comportamiento. Esto es importante también para pesquisar algún problema auditivo congénito en el lactante antes de los 6 meses. Justamente, lo que hace sospechar a los padres es una observación casual: les extraña que no se inmute al cerrarse una puerta de golpe o que no reaccione cuando la mamá le habla fuera de su campo visual. Puede ocurrir que el pequeño apenas demuestre interés por juguetes que suenan o no busque con la mirada a la persona que está hablando o cantando cerca de él.

Una buena idea es que el padre o la madre se coloquen a sus espaldas y hagan sonar cascabeles o juguetes con sonidos llamativos. Si el pequeño oye bien, girará la cabeza para descubrir de dónde proviene el sonido. Otra prueba puede realizarse cuando el bebé duerme, en la fase del sueño poco profundo (cuando al tocar las cejas o los párpados, o bien soplarle suavemente en la cara, entreabre los ojos de forma breve). En ese momento podemos acercar un juguete a su oído y hacerlo sonar. El bebé puede despertarse o reaccionar cambiando de comportamiento, es decir, respira de otra manera, aspira más profundamente o retiene el aire por un instante.

Tacto

El tacto es muy importante para un bebé. El Dr. Barranco explica que a través de este sentido aprenden acerca de todo lo que los rodea. La sensación de calor, frío, ropa suave, etc., además de la sensación de cariño, caricias y abrazos son fundamentales en este sentido.

Nuestra casa es una fuente inagotable de estímulos para el tacto. El contacto con nuevas texturas lo ayudará a desarrollar las terminaciones sensoriales de la mano. Durante el primer mes de vida podemos ponerlo de vez en cuando sobre una superficie dura, encima de una mantita, para que se mueva a sus anchas. Mientras tanto acariciamos sus deditos y lo ayudamos a abrir las manos. A partir de los 3 meses, si le mostramos objetos y juguetes de distintos tamaños, formas y colores, enseguida intentará atraparlos. Cuando sujete la cabeza (3 o 4 meses) se lo puede sentar con cuidado sobre una pelota grande de playa y balancearlo suavemente.