En los dos primeros años de vida los niños no tienen ningún sentido de la propiedad. Por ello no distinguen si algo les pertenece o no. De este modo, cuando pasan tiempo jugando con un juguete o se familiarizan con algo, creen que es suyo. De la misma manera, cuando entregan algún objeto, piensan que no les va a ser devuelto, que lo van a perder.

La psicóloga Lucía Godoy, docente de la Escuela de Fonoaudiología de la Universidad Andrés Bello, explica que a esta edad es importante no obligarlos a compartir ni prestar sus juguetes sin antes consultarle. Debemos respetar sus sentimientos, de lo contrario, se podría convertir en un niño inseguro y más egoísta a la hora de compartir sus juguetes.

Agrega que cuando los niños tienen alrededor de dos o tres años son egocéntricos, piensan que todo gira en torno a ellos y, aunque ya pueden entender el concepto de propiedad, les cuesta mucho compartir. Si bien a esta edad empiezan a jugar con otros niños, a participar de los mismos juegos y juguetes, todavía no están preparados para compartir sus objetos sin que surjan conflictos. Por ello, manifiesta Lucía Godoy, es conveniente ayudarles a elegir los juguetes que no les importa prestar y guardar aquellos por los que tiene más interés para cuando esté solo.

Los consejos de la experta

  • Los padres deben ofrecer cosas para compartir o establecer turnos. Deben ser previsores y planificar con anticipación las ocasiones en las que se espera que comparta. Si ha invitado a otros pequeñitos, es aconsejable proponer juegos como pintar con lápices de colores o un juego para armar. También es útil proponer juegos en los que hay que turnarse como tirar la pelota al arco, subir a los columpios o andar en bicicleta.
  • Asimismo, no es bueno que los padres obliguen a sus hijos a compartir. El niño debe comprender que es una acción buena, que hace que los demás disfruten con sus cosas y que por eso él debe sentirse orgulloso de sus juguetes y de que a los demás les gusten.
  • Otro elemento importante es elogiar al niño cuando comparta o ceda para evitar un conflicto, reafirmándole de esta manera esa conducta. Hacer comentarios positivos, premiarlos y destacar su actitud permiten al pequeño sentirse conforme con lo realizado. “Los adultos podemos ayudar a los niños a darse cuenta de que compartir conlleva beneficios. Si uno, como adulto pone el ejemplo, los menores tienen un modelo a imitar. Además, si los ayudamos en los momentos en que compartir algo les resulta difícil, se sabrán queridos, por lo que el compartir sus juguetes o posesiones no significará un castigo”, sugiere Lucía Godoy.

No olvidar

  • Favorecer el juego con otros niños. En la interacción con los demás el pequeño aprende que a veces hay que ceder.
  • Dar ejemplo. Ser generoso entre los padres y verbalizarse: “Un dulce para mamá, otro para papá y otro para el niño”.
  • No recriminarle con calificativos negativos: “Qué egoísta eres”, “Te estás portando como un niño malo”. Eso sólo conduce a poner etiquetas y hacer que la conducta lo acompañe por muchos años.