En los tiempos actuales, hombre y mujer han enfrentado una serie de cambios socio-culturales que han transformado, en cierta forma, el modo de relacionarse con su mundo personal y social.

Uno de los más evidentes es la mayor participación de la mujer en el mundo “de afuera” o mundo social y, en consecuencia, el hombre ha tenido que desarrollar una mayor y activa participación en el ámbito del cuidado de los hijos y labores hogareñas.

Por esto, hoy más que nunca este ajuste relacional de los roles precisa de una mayor unidad y compromiso, evitando las crisis de pareja y reconociendo la necesidad de desarrollar estrategias que permitan sortear los conflictos propios e inherentes a la relación de la mejor manera posible, para aspirar a vivir un matrimonio feliz.

No existe mayor protección para el ser humano que el verdadero amor. Lo que quiere y necesita cada persona es sentirse amada, por eso tendemos naturalmente a buscar la felicidad y realizarnos con y en el otro, en busca de la complementariedad que proteja nuestra humanidad.

Cuando se habla de complemento entendemos que es ese algo que se añade a otra o a otro para hacerlo íntegro y perfecto. Es por eso que en la vida de pareja hemos de complementarnos para acercarnos a la integridad, en la unión o común-unión de hombre y mujer.

Aceptar diferencias

La base de la armonía en el matrimonio es comprender con humildad y aceptación los diferentes modos de ser: cada uno perfectamente distinto en sus características sicológicas, espirituales y físicas. Entender la vida conyugal como la unión de dos seres diferentes, pero perfectamente acordes.

Para un buen matrimonio no se pueden dar recetas, ya que cada persona es única. Cada individuo es capaz de aportar con la esencia más original que lo hace exclusivo. La riqueza de esa esencia es la capacidad que tiene la persona de desarrollar lo mejor de si para entregárselo a quien ama, en su forma única de ser.

Hoy en día, muchos de los problemas de los matrimonios suceden porque ambos no se respetan sus diferencias. El conocimiento y aceptación de la otra persona es un proceso de desarrollo y maduración a lo largo del tiempo y requiere que ambos, en unidad, desarrollen acciones protectoras en la relación para así evitar las crisis.  El respeto, el cuidado por el otro, la responsabilidad y el diálogo son los ingredientes básicos que no deben faltar en un buen matrimonio.

 

Por: Chile Unido.