La influenza es una enfermedad respiratoria aguda producida por el virus de la influenza. Este virus es responsable de infecciones respiratorias severas. Se transmite desde una persona enferma al toser, estornudar o mediante las secreciones nasales. Además, la infección por el virus influenza puede conducir a complicaciones severas, como neumonías por otros agentes, y empeorar problemas de salud ya existentes. En los niños también puede causar neumonía y dificultad respiratoria.

Síntomas

A diferencia del resfrío común, sus síntomas son de mayor intensidad y gravedad. Se manifiesta en forma súbita provocando:

  • Fiebre alta (sobre 38 grados), la que dura aproximadamente dos o tres días, pudiendo llegar a la semana.
  • Cansancio o debilidad.
  • Frecuentemente se presenta romadizo o coriza.
  • Es habitual que la persona sufra de dolor de cabeza en la zona frontal o bien de manera generalizada.
  • Dolor al tragar y tos, dolor muscular, dolor a las articulaciones y molestia frente a la luz.

La influenza también puede agravar los síntomas de otras enfermedades que las personas ya tienen, como por ejemplo insuficiencia cardiaca, diabetes, neumonía por sobreinfección bacteriana, deshidratación y otras.

Prevención: la importancia de la vacuna

Para la influenza existe una vacuna que se aplica anualmente y que está indicada para todas las personas que conformen un grupo de riesgo y para quienes no lo son. Además, puede prevenirse practicando medidas básicas de higiene como el lavado frecuente de las manos con agua y jabón o el uso de  alcohol gel. También se recomienda el uso adecuado de pañuelos para cubrirse la boca y nariz al toser y estornudar.

Ante la sospecha de contagio se debe visitar al médico para que indique el tratamiento más adecuado y no existan complicaciones.

Este año se ha hecho mucho hincapié en la vacuna debido al aumento del contagio y las muertes de pacientes por la cepa H3N2.

 

Fuente: Carolina San Martín, enfermera vacunatorio Clínica Dávila.