Cuando se habla de apego normalmente se menciona a la relación madre –hijo, pero este vínculo también puede, y debería, crearse con el papá, una figura significativa que nos acompañará a lo largo de nuestra vida.

Conversamos con la psicóloga y especialista en infancia temprana, Chamarrita Farkas, para ver qué pueden hacer los hombres para estrechar más la relación con sus hijos desde el embarazo.

¿A qué se refiere el apego padre-hijo?

El apego es el vínculo temprano, afectivo, que se construye entre el bebé y sus figuras significativas. Este apego suele asociarse principalmente a la figura de la madre, pero el padre también es una importante figura de apego para el niño o niña. Por figura de apego nos referimos a adultos cercanos al niño, con contacto cotidiano y que se hacen cargo de satisfacer sus necesidades (físicas y emocionales), cuidarlo y protegerlo.

¿Por qué es importante este vínculo?

El vínculo temprano que el niño o niña establece con estas figuras significativas (generalmente sus padres), es fundamental para su futuro desarrollo emocional. Los niños o niñas con un apego seguro son más seguros y estables emocionalmente, con una mejor autoestima, mejor desarrollo en todas sus áreas y mejor desenvolvimiento escolar y social. También suelen desarrollar menos sintomatología ansiosa depresiva, siendo el apego un factor protector frente a los problemas de la vida y el desarrollo de psicopatologías.

¿Es tan estrecho como el vínculo madre-hijo?

Tiene la misma relevancia que el apego madre-bebé, para el desarrollo futuro del niño(a). Pero lo estrecho o cercano que sea, dependerá de cómo se construye ese vínculo, de la cercanía que tenga el padre con su bebé, el tiempo que le dedique, la seguridad y confianza que le transmita. El niño puede desarrollar un apego seguro con la madre e inseguro con el padre, o viceversa. Incluso en casos donde por diversos motivos el niño no cuenta con la disponibilidad física o emocional de la madre, el hecho de que sí cuente con el padre puede ser un importante factor reparador para desarrollar un vínculo de manera sana y segura.

¿Cómo se construye este vínculo en el caso del padre?

Este vínculo, al igual que en el caso de la madre, se empieza a construir desde la gestación, ya que al momento de saber los padres que esperan un hijo(a) empiezan a vincularse con él o ella. Durante el embarazo ello ocurre a través de las ideas e imágenes que el padre comienza a tener de su futuro bebé, al hablarle o tratar de escuchar su corazón, participar de los exámenes y ecografías, comprarle ropas y accesorios para su llegada. Luego, al nacer el bebé, es importante que el padre esté físicamente cerca, para empezar a conocer a su hijo(a) así como apoyar a la madre. El participar en los cuidados cotidianos y rutinas es una excelente manera de ir construyendo este vínculo e irse conociendo mutuamente.

En este contexto ¿es favorable tomarse los días legalmente asignados para este propósito (posnatal masculino)?

Absolutamente. El tiempo del post natal es fundamental para tomarse un respiro de las exigencias laborales y concentrar las energías en esta nueva etapa que se inicia en la vida de los padres. El hecho de que el padre esté presente en la llegada del bebé al hogar no sólo es fundamental para el desarrollo del vínculo padre-bebé, sino que fortalecerá la relación de pareja, compartiendo ambos este importante momento en sus vidas.

Cuando un papá que trabaja fuera de casa vuelve a su rutina, ¿qué recomendaciones das para mantener este vínculo?

Lo común es que el padre o ambos padres trabajen. Lo importante es destinar espacios para compartir con el bebé y cuidar que sean espacios de calidad (más que cantidad). Adecuar horarios para ello, por ejemplo, que el padre al llegar a la casa comparta con su hijo(a) y luego de que éste vaya a dormirse, lea el diario (y no al revés). También los fines de semana son espacios por excelencia para compartir con los hijos: llevarlos a pasear o a la plaza, escuchar música juntos, compartir sus juegos e intereses.

¿Qué actividades se pueden hacer para desarrollar el apego con un recién nacido, con el preescolar y en la pre-adolescencia?

Con un bebé lo importante es compartir sus rutinas como la muda, la alimentación, el baño o el llevarlo a dormir. Aprovechar estas rutinas para relacionarse con el bebé y disfrutar el tiempo juntos, mirarse, tocarse, sonreírse y hablarse. No verlo sólo como tareas a cumplir. También aprovechar otros espacios para jugar, regalonearse, compartir actividades (salidas, paseos).

Cuando el niño ya es mayor (3-5 años) tiene otros intereses y actividades, y lo importante del apego es que éste le permite al niño sentirse seguro para explorar su ambiente y entablar otras relaciones. Los padres deben buscar un equilibrio entre darle al niño el espacio que éste requiere para jugar, explorar y desarrollarse, con ser sensible a sus necesidades y estar cercanos afectivamente cuando éste lo necesita. Compartir sus intereses sin tratar de imponerle los propios, estar presente cuando el niño lo necesita (por ejemplo, cuando tiene pena o ha pasado un susto o un problema), aprovechar momentos a solas (por ejemplo, un excelente momento para compartir, regalonear, contarse lo sucedido en el día, contarle un cuento, etc., es la hora de irse a dormir).

Ya en la pre-adolescencia o adolescencia el joven está mucho más interesado en su vida social, pero ello no quiere decir que la relación con sus padres ha dejado de ser importante. Los padres deben adecuarse a los ritmos del joven, entre su necesidad de espacio e intimidad, con el seguir contacto con sus padres en cuanto son las personas que por excelencia le seguirán brindando afecto, seguridad y protección, favoreciendo además su proceso de independencia y autonomía. En este sentido las actividades propuestas en el párrafo anterior son las mismas, lo que cambia en este período son los tiempos destinados a ellas y las necesidades de los hijos.