Muchas enfermedades de la piel van acompañadas de picazón, picor o prurito. El sistema nervioso reacciona ante el elemento desencadenante y a continuación viene la acción de frotar o rascar la zona afectada.

Según cuenta la dermatóloga Yael Adler en su libro “Cuestión de Piel”, aunque el picor pueda afectar a cualquier sitio, la sensación de prurito se acentúa al rascarse.

“Nosotros mismos atraemos al exterior a los mastocitos que están en los tejidos de la dermis y liberan entonces aún más histamina, que es el mensajero químico responsable del picor”, señala.

Distintas soluciones

Existen muchos tipos de prurito y cada uno es comunicado al sistema nerviosos central a través de mediadores químicos distintos. Desde el que causa cosquilleo hasta ardor; y las medidas para aplacarlo también son dispares.

Adler explica que los pacientes con dermatitis tienden a frotarse. Ante las picaduras de mosquitos o en caso de eczema de contacto las personas tienden a rascarse. Y cuando el origen es de tipo metabólico, es decir, causado por diabetes o enfermedades renales o hepáticas, se tiende a escarbar con la uña hasta incluso hacerse una herida. Cuando se trata de urticaria el alivio proviene de utilizar cremas o sustancias frescas.

El prurito entonces puede ser inhibido mediante estímulos de dolor o térmicos.

La magia del pimiento

Es conocido el efecto de la capsaicina que se extrae del pimiento picante y provoca un gran ardor. En el mismo libro, la doctora Adler señala que la capsaicina induce la liberación de un neurotransmisor llamado sustancia P. Terapéuticamente, la crema derivada del pimiento se emplea con buenos resultados contra las enfermedades cutáneas con picor y para aliviar dolores ocasionados por el Herpes Zoster (culebrina).

La capsaicina también es útil en cremas o parches contra las dolorosas contracciones musculares. Al desprender un gran calor estimula la circulación sanguínea en la región afectada. Así, la sensación de calor alivia el dolor y la inflamación, al tiempo que distrae de la picazón.