El primer año de vida es un período maravilloso que debemos aprovechar para brindarles a nuestros hijos la mayor regulación biológica posible. Esta se sustenta en 3 sistemas sensoriales: el sistema vestibular (experiencias de movimiento), el sistema propioceptivo (experiencias de flexión muscular y articular) y el sistema táctil (experiencias a nivel de piel), siendo los pilares del desarrollo del menor.

Brindar en el juego este tipo de experiencias garantiza una regulación biológica que posteriormente permitirá la adquisición de habilidades psicomotoras, lingüísticas, cognitivas, emocionales y sociales. De ahí la importancia de una adecuada Integración Sensorial en nuestros niños.

En cuanto al lenguaje, éste se va evidenciando antes de lo que la mayoría cree. Y es que el solo llanto se traduce en una interacción entre padres e hijos. Claudia Cornejo, Educadora Diferencial Audición y Lenguaje, nos muestra por qué es importante pensar en el lenguaje de nuestro hijo, aunque tengo pocos días de vida.

¿Con qué capacidades de lenguaje nace un niño?

Los bebés nacen con una disposición biológica al lenguaje. Es parte de nuestra condición humana. Nuestro modo de vivir como especie se realiza en el lenguaje, coordinando mutuamente la conducta en la interacción.

Desde que el bebé nace comienza a coordinar la conducta de los adultos que lo rodean. Primero, a través del llanto, le indica a su mamá que tiene hambre, frío, que está incómodo, que quiere dormir o que lo mezan. Así ella realiza una acción que a su vez modifica el llanto del bebé a una conducta de placer y calma.

De este modo, ambos comienzan un juego circular, recursivo y recíproco de ir coordinándose mutuamente la conducta en la interacción. Esto es la base del desarrollo del lenguaje.

¿Cómo se va dando el desarrollo del lenguaje desde el recién nacido hasta el año de edad?

Es importante distinguir que el desarrollo del lenguaje oral está estrechamente relacionado con la audición y depende de su existencia para emerger. Un niño que no cuenta con la audición necesaria para oír los códigos acústicos del lenguaje hablado no podrá desarrollarlo, a menos que su audición sea re-establecida.

El desarrollo del lenguaje en los bebés comienza con el desarrollo de las habilidades auditivas, que se inicia con la percepción de frecuencias graves como los sonidos del entorno, la presencia de la voz de la mamá, su entonación, su ritmo, su melodía. Es la voz humana la que va gatillando en su sistema auditivo y nervioso procesos de mielinización que favorecen el desarrollo del lenguaje. Comenzará con un gorjeo, luego un balbuceo aislado, que se irá haciendo cada vez más rítmico y prolongado, rico en entonaciones.

Luego, a partir de la maduración del sistema auditivo en frecuencias medias, a los 4-6 meses aproximadamente, el menor comienza a identificar el sonido de las vocales. Algún tiempo después emergen las vocalizaciones y jergas más complejas. Estas se irán especificando con la maduración auditiva de las frecuencias agudas que le permitirán al niño identificar fonemas consonánticos, apareciendo las protopalabras cerca del año de vida.

¿Qué cosas deben hacer los padres para fomentar el lenguaje en menores de un año?

Mientras más atenta esté la madre a los requerimientos y necesidades de su bebé y le pueda expresar en palabras aquello que él manifiesta con llanto o gritos, más rápidamente el niño comienza a entrar en el  lenguaje hablado, coordinando su conducta ante las palabras de su madre.

Por ejemplo, si cada vez que lo toma en brazos ella le ha puesto sonido a esa acción, es decir, le ha dicho “upa”, cuando el bebé llore porque desea ser tomado en brazos, basta que su madre le diga «¿upa?, ¿quieres upa?» para que el niño comience a sonreír, mucho antes que ella ejecute efectivamente la conducta de tomarlo en brazos, porque él puede anticipar la acción que ese sonido o palabra lleva implícito.

Para que esto ocurra es fundamental que el adulto cuidador signifique la conducta del niño con palabras, y esto solo es posible en la interacción recurrente y cotidiana entre el bebé y su cuidador.

Es importante entender que el lenguaje no se enseña, sino que se aprende en el hecho de vivir en el lenguaje, en la coordinación conductual de la interacción. Es así como el niño va otorgando significado a las acciones y al mundo que lo rodea.

¿Qué cosas perjudican el desarrollo del lenguaje luego del nacimiento?

Cualquier pérdida auditiva, aunque sea transitoria, como son las otitis o líquido en los oídos, pueden afectar el desarrollo del lenguaje ya que los primeros 6 meses son claves para instalar las habilidades auditivas y el desarrollo de los circuitos neuronales auditivos-verbales. También el crecimiento de adenoides o las amigdalitis frecuentes pueden afectar la audición, ya que pueden interferir en el buen funcionamiento del oído medio.

¿Existen signos que evidencien problemas en menores de 1 año?

Sí, signos como el bajo nivel de alerta al entorno y al mundo sonoro me pueden dar indicios de algún problema auditivo. Por otra parte, y no menos importante, los signos de falta de interés en la interacción, el escaso contacto visual y el retraimiento nos pueden alertar de algún tipo de problema del desarrollo, como un trastorno en la comunicación, que de no intervenirlo a tiempo con terapias adecuadas orientadas a la “Integración Sensorial”, podrían derivar hacia conductas del espectro autista.

¿Qué juguetes son apropiados para fomentar el lenguaje en bebés?

El mejor juego es la interacción madre-hijo, o adulto cuidador-niño, no hay juguete que reemplace la interacción humana. Juegos de imitar las vocalizaciones, juegos con títeres con boca móvil, aparecer y desaparecer objetos, y cantos con mímica del adulto que el niño pueda imitar o disfrutar. El primer año de vida los juguetes no son significativos a menos que el adulto los signifique con una rica interacción.

Buenas ideas

En los primeros meses el bebé necesita y disfruta de experiencias sensoriales que hagan madurar su sistema nervioso como:

  • Experiencias de movimiento (mecerlo, acunarlo).
  • Experiencias táctiles (masajes, caricias).
  • Experiencias propioceptivas (ejercitar su musculatura, cuando lo estoy mudando jugar a doblar y estirar sus piernas, hacer bicicleta).