De acuerdo a los principios de la Asociación Internacional de Masaje Infantil, lo primero que hay que tener en cuenta cada vez que hacemos masaje a un bebé es la disponibilidad de éste para recibirlo. Por lo tanto, debemos pedirle permiso para realizarlo.

Si bien no nos responderá como lo haría un adulto, a través de su conducta, gestos y movimientos nos señalará si está disponible para la experiencia. Y es que no se trata de hacer masaje al bebé, sino con el bebé. Esto quiere decir que él es un participante activo del momento.

Por dónde partir

La primera parte del cuerpo para iniciar una secuencia de masajes son las piernas y los pies, ya que es el lugar menos invasivo y la zona del cuerpo que está más activamente en contacto con el ambiente. A través de ellas el bebé expresa gran parte de lo que siente, las rigidiza si algo le duele o molesta, las mueve para expresar agrado o alegría, las relaja y deja descansar cuando está tranquilo.

La espalda es, en general, otra zona del cuerpo que agrada mucho a los bebés, particularmente cuando ya toleran estar de guatita (posición decúbito prono).

Tome nota de esto

No es recomendable partir por el abdomen o el pecho, ya que en estas áreas del cuerpo se encuentran órganos vitales por lo que es una zona más vulnerable. Si comenzamos el masaje en estas áreas, especialmente en el pecho, lo más probable es que el bebé se sienta invadido y tienda a protegerse tensando los brazos hacia el tronco para protegerse.

La cara también suele ser una parte sensible para iniciar el masaje, ya que tiene muchas terminaciones nerviosas (en la zona de los labios, por ejemplo).

Cuando hablamos de hacer el masaje con el bebé estamos diciendo que es importante que la experiencia sea agradable y positiva. Por lo mismo, debemos detener el masaje si observamos alguna señal de incomodidad, como puede ser desviar la mirada, tensión corporal o llanto.

 

Fuente: Ana María Olivares, psicóloga. Formadora Internacional Certificada Asociación Internacional de Masaje Infantil.