A los niños les fascina jugar, eso no es novedad para nadie. Tanto su mente como su cuerpo fueron diseñados para moverse, saltar, investigar y otras cosas que son “molestas” para algunos padres.

Incluso he escuchado no pocas veces decir: “mi hijo es tan bueno, que se queda tranquilito siempre”.

Esa “tranquilidad” es la que a mí me preocupa. Me preocupa haber visto una niñita el domingo pasado en un restorán muy sentadita debajo de la mesa viendo el smartphone de uno de sus padres. Me preocupa que esa conducta no les importe a los adultos.

Estamos viviendo en una sociedad individualista donde al parecer sólo importa “el que no me molesten”, por lo que no sería extraño que en unos años más tengamos serios problemas con esta generación de adolescentes desconectados de su familia y sus emociones.

Es por esto que elegir los juguetes de los niños no es un tema menor. Ellos necesitan más que nunca elementos que los hagan pensar, razonar, discutir y dialogar: y no hay ninguna app que logre esto.

Es bueno que los niños se aburran, que no encuentren con qué entretenerse. ¡Es vital! Sólo así dejarán correr su imaginación y se darán cuenta de que son científicos maravillosos.

Caras de asombro

Me fascina ver la cara de asombro de los pequeños cuando encuentran un chanchito de tierra y ven como se transforma en una pelotita, o cuando corren tratando de pillar una mariposa, o cuando simplemente se sientan en el suelo a hacer una fila de piedras del patio. Es en esos momentos donde su cerebro brilla como nunca haciendo conexiones neuronales, y si hay un adulto atento ¡mucho mejor!

Hoy en día, las empresas de juguetes se han dado cuenta de esto y han creado materiales increíbles que desarrollan lo dicho anteriormente. Bloques, engranajes, cubos, set de experimentos, de texturas, ¡tantas cosas entretenidas!

Los invito a mirar atentamente las jugueterías y buscar juguetes que incentiven a los niños a crear, ojalá sin tantos colores ni sonidos. Pero, para mí, lejos los mejores juguetes que han tenido mis hijos y que han pasado horas jugando con ellos, siguen siendo las cajas vacías de cartón, las piedras, los insectos y las hojas de otoño. ¡Suerte en la búsqueda!

 

Carolina Pérez Stephens.
Educadora de párvulos UC.
Máster en educación Harvard University, docente Universidad de los Andes.
Directora de Helsby International Preschool.