¿Por qué tengo que leer? ¿No es suficiente con lo que hago en la escuela? ¿Para qué me sirve? Son las preguntas más comunes que nos hacen los niños cuando les pedimos que lean en casa. Y es que esta actividad tendría que ser para el pequeño una fuente de placer, ideas, reflexiones y pensamientos, una entretención a la cual recurrir diariamente. El problema es que para la mayoría no es así. Cuando le preguntamos a nuestro hijo ¿por qué no lees?, generalmente responde “no me gusta leer” o «es aburrido».

Esta respuesta debiera hacernos reflexionar, ya que muchos factores pueden estar influyendo frente a la poca motivación del niño por la lectura. La causas pueden ser variadas, como metodologías educativas inadecuadas, padres que no leen y no les leen a sus hijos, o que no han entendido la importancia que tiene el libro para la formación de una persona.

Lo cierto es que para los más pequeños, pasando por adolescentes y también adultos, un libro significa inspiración y liberación. ¿Cuántas cosas se aprenden en los cuentos y en las novelas?, ¿Cuántos miedos desaparecen al escuchar la voz protectora de los padres?, ¿Cuántas emociones se confirman en las páginas hojeadas?

La lectura es la herramienta que necesitan nuestros hijos para interpretar el mundo y los desafíos que les esperan. Al leer, los pensamientos se vuelven más amplios, más ricos y las personas se hacen más receptivas. Esto ocurre porque cada uno de nosotros trasforma las palabras, caracteres e imágenes en escenas que serán unas diferentes de otras.

Para muestra… un ejemplo

Entregaré un ejemplo: leo una novela que describe una situación dentro de un castillo medieval, con caballeros sentados en una mesa llena de comida, con sus trajes pesados, bebiendo vino en copas de metal, organizando el torneo que se realizará en la plaza. Yo imagino las paredes de la sala color café, con antorchas en las paredes como lámparas. Otra persona puede imaginar paredes de piedra clara, lámparas de fierro y colgadas del techo. Otra puede pensar en un palacio de piedra con paredes de color gris y candelabros como lámparas. ¿Qué significa esto? Las tres personas leyeron lo mismo, con las mismas palabras y descripciones; sin embargo, cada una imagina la situación como quiere, haciendo que la misma escena sea diferente. En cambio, cuando vemos una película las paredes serán siempre grises y las lámparas serán candelabros puestos sobre la mesa, porque en la película está todo dado y las personas ven lo mismo. No existe imaginación y no entra en juego la fantasía.

Mientras recorremos las palabras de un libro nos imaginamos lo que sucede, el narrador cuenta, nosotros leemos y soñamos. Pensamos cómo será el personaje y cómo terminará, sin darnos cuenta de que estamos entrenando nuestra mente. Leer es vivir las propias historias como si fuesen propias y tratar de entender, interpretar, inferir e ir más allá. Por ello, leer cuentos a los niños significa estimularlos para que luego lo hagan solos todos los días, significa regalarles una infinidad de posibilidades, además de una variedad de colores con los cuales podrá colorear su mundo, sea pasado o futuro.

Entrenar la lectura

  • Hoy en día, leer pareciera ser algo anacrónico entre tanta tecnología, videojuegos y dibujos animados. Para el niño se hace cada vez más extraño tener un libro entre sus manos. Sin embargo, el camino correcto no forzarlos a leer, es mejor premiarlos cuando lean un libro.
  • También debemos enseñar con el ejemplo: cuando ven padres lectores, ellos se vuelven pequeños lectores. Tratemos de enseñarles a saborear las aventuras, los sentimientos, los peligros que encierran esas páginas. No podrán resistirse, ya que los niños son curiosos y los libros despiertan esa curiosidad. El juego es fantasía, y la lectura con la fantasía caminan de la mano, al mismo paso, no pueden vivir separadas.
  • Nuestra mente y sus facultades intelectuales se parecen a los músculos de nuestro cuerpo: necesitan entrenamiento para estar en forma. Con la lectura sucede lo mismo. Al principio, tomar un libro y leerlo es tarea difícil, pero una vez que se empieza nos encontramos sumergidos en un mundo fantástico. Leer es vivir muchas vidas. Así, cada vez que tomemos un libro será entretenido y haremos una costumbre el hecho de leer todos los días algunas páginas. Se convertirá en placer y diversión. Y es que la lectura debe ser vista como una distracción, ocupando un lugar importante dentro de nuestras múltiples entretenciones. Aunque el colegio, el trabajo y otras actividades nos dejen poco espacio de tiempo, para leer bastan quince o veinte minutos diarios, repetido todos los días. ¿Tiempo de vacaciones? ¡¡Ideal para empezar!!
  • Los libros pueden transformarse en nuestros amigos. La lectura nos acompaña, educa, desarrolla la inteligencia y enriquece. Pensemos en un libro leído como un ladrillo que servirá para la construcción de una casa, necesitaremos muchos, pero lo bello de todo esto es que se quedarán allí para sostener esa casa.

 

Silvana Di Monte.
Profesora de educación básica y psicopedagoga.
Escritora y autora del proyecto “Yo, el profesor de mi nieto”.

 

 

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