¿Sabía usted que en países como Dinamarca, Suecia y el Reino Unido los niños son promovidos automáticamente de curso y que no por eso tienen un rendimiento inferior al de los estudiantes de aquellos países en que existe la repitencia?

Es posible que, a primera vista, un sistema como ese parezca difícil de imaginar para Chile, sobre todo considerando que en nuestro país el éxito en la escuela determina en gran medida el acceso a la educación superior y define las expectativas de tener un mejor trabajo que aquellos a los que podrían aspirar las personas a las que no les iba bien en el colegio.

La repitencia se considera cuando el alumno no ha alcanzado los objetivos y competencias educativas y generalmente es vivida por el niño como un fracaso. En mi experiencia, es una medida que no siempre consigue mejorar el rendimiento escolar, pues es el colegio quien debe fomentar y premiar el esfuerzo. Para aquellos alumnos que presentan dificultad, los establecimientos tienen el deber de aplicar una “educación dilatadora”, como  decía María Montessori; aún más, atraerlos y no empujarlos fuera, con el riesgo que abandonen para siempre el sistema escolar.

¿Qué consecuencias trae?

La repitencia, a cualquier edad, ya sea en pre-básica, básica o media significa rehacer el año escolar, encontrarse con compañeros más chicos, la vergüenza, la mortificación de no sentirse a la altura y de no haber sido capaz de responder a las expectativas de los padres. Además, podría comprometer el desarrollo sicológico futuro del niño o adolescente.

La familia de este menor que repite también se ve afectada. Las expectativas puestas en el hijo que fracasó y el sentimiento de frustración de los progenitores son aspectos sicológicos que hay que abordar y donde en ocasiones es necesaria una ayuda externa.

¿Y qué pasa con los más pequeños? Todos los psicólogos evolutivos reconocen que existe un ritmo de desarrollo cognitivo y físico. Es lógico que un niño pequeño no comprende el motivo de su repitencia y es un daño vivir con el sentimiento de fracaso. Probablemente no pueda expresarlo, pero sí sufre un daño. También para él significa un cambio de profesora, de compañeros, adaptarse a un nuevo grupo y empezar nuevamente un proceso de socialización.

Lo más importante cuando se enfrenta una repitencia es mantener un diálogo entre la familia y el colegio, es decir, entre los encargados de colaborar en el proceso educativo de los niños y de los adolescentes con igualdad de responsabilidad y dignidad.

La idea es buscar juntos los errores, tratar de superar las emociones negativas y comprometerse con el proceso de aprendizaje del niño. Es tarea de los padres motivarlo para que sea partícipe de este proceso, no sólo por una responsabilidad social sino que en beneficio de su propio futuro.

¿Inmadurez neurológica?

Si el niño es diagnosticado con inmadurez neurológica por el médico y no ha logrado los objetivos propuestos por el colegio, es conveniente la repitencia.

Si además en el colegio imparten una educación tradicional donde hay muchos alumnos en el aula, lo más adecuado en este caso es la repitencia en pre-básica. Esto da a los padres tiempo para apoyar de manera integral al niño con los profesionales adecuados, como sicólogo, sicopedagogo, sicomotricista o terapeuta  ocupacional. En ocasiones se hace necesario el fonoaudiólogo.

Qué hacer

Si el alumno debe vivir inevitablemente una situación de repitencia, existen algunos consejos importantes para los padres:

  • Dialogar y no castigar.
  • Buscar juntos las causas.
  • En vacaciones no agobiarlo con refuerzo, que descanse.
  • Apoyar al año siguiente en las tareas.
  • Apoyarlo con profesionales de manera integral (existen centros donde encuentra todos los profesionales).
  • Mantener conversaciones fluidas y constantes con el colegio.
  • Buscar apoyo externo para los padres.

 

Por: Por: Silvana Di Monte, profesora y psicopedagoga. Escritora y autora del proyecto “Yo, el profesor de mi nieto”.