Por un lado es alarmante la cifra —a nivel país— de las tasas de infección por Virus de Inmunodeficiencia Humana en la población de 10 a 19 años, la que muestra el mayor aumento porcentual de la infección en los últimos años.

Y por otro lado, llaman la atención las estadísticas del Ministerio de Salud que indican que en 2017 más de seis mil dosis de píldoras del día después —un tercio del total— fueron entregadas a menores de 19 años, y de éstas 630 fueron solicitadas por menores de 14 años.

¿Cuál es el punto común en estas dos situaciones de salud? Solo la evidencia de que nos encontramos con adolescentes que están iniciando precozmente su vida sexual activa, desinformados y con baja valoración del riesgo.

Así, la nueva tendencia de relacionarse vía web para conocer pareja o aplicaciones telefónicas para citarse a ciegas, es un fenómeno que sin duda ha favorecido las relaciones sexuales ocasionales y con personas desconocidas.

Madurez

Culturalmente en nuestra sociedad no se espera que una niña o niño inicien su actividad sexual a tempranas edades. Al contrario, se busca retrasarla y que se dé en un contexto de madurez emocional, físico e intelectual, y en un marco de afectividad, amor y responsabilidad.

Sin embargo, los adolescentes comienzan cada vez más precozmente la exploración sexual, sin estar involucrados en una relación clásica de pololeo o de afectividad y sin un contexto de responsabilidad, respeto y convencimiento de que la sexualidad también es un bien preciado que tenemos las personas y que hay que cuidar.

En el marco de los derechos sexuales y reproductivos los adolescentes son un grupo donde se debe enfocar la atención para la educación valórica, afectiva y sexual.

La  educación debe ser desde el núcleo familiar en edades tempranas, con énfasis en los valores y el respeto. La capacitación efectiva de los profesores es crucial, así como la incorporación de profesionales de la salud especializados en el tema que acompañen el proceso educativo de las personas jóvenes y de sus padres desde la edad preescolar.

 

Columna: Erica Castro, matrona e investigadora U. San Sebastián.