Educación de calidad

El principal anhelo de los padres es lograr que sus hijos sean felices, buenas personas y desarrollen al máximo sus potencialidades. Desde el día de su nacimiento comienza un largo camino de aprendizaje y desarrollo para ambas partes.

La genética

Si bien la herencia genética nos entrega una base, hoy sabemos que el ambiente y las experiencias vividas son tremendamente importantes para conformar lo que llegaremos a ser.

Por eso es que el tema de la educación y la formación es tan relevante. Necesitamos aprender y reflexionar sobre qué queremos para nuestros hijos.

100 preguntas sobre educación escolar

La reconocida neurosiquiatra infantil Amanda Céspedes lanzó recientemente su libro “100 preguntas sobre educación escolar” (Ediciones B), donde entrega respuestas desde el modelo de las neurociencias aplicadas a la educación.

En sus palabras, el gran desafío es alcanzar una educación de calidad, esto es, lograr transmutar en el niño talentos y habilidades en conocimiento, cultura, autoconciencia, conciencia del lugar que ocupa en el mundo y la misión que le ha sido asignada y que le hace verdaderamente libre. Sin duda, objetivo que va más allá de la escolaridad.

¿Cómo debiera ser un curriculum escolar sensato? ¿Cuántas horas de colegio? ¿Con qué materias?

El currículo escolar, en el aspecto propiamente académico, no debería ocupar más de 6 horas pedagógicas. Los primeros 4 años de escolaridad (a partir de Io básico) deben dedicarse en forma prioritaria a desarrollar competencias académicas, sin las cuales es imposible que un niño logre aprender contenidos de manera comprensiva.

Es absurdo pretender que un niño aprenda las propiedades de la multiplicación si antes no se ha trabajado la comprensión lectora y la comprensión de conceptos. O preguntar en la prueba escrita “defina secularización” si la clase fue “preparen la guía en silencio y lean en casa de la página 31 a la 44”.

Competencias y comprensión

Los profesores no deben olvidar que un contenido académico tiene dos aspectos: información y comprensión. Sin competencias académicas el alumno sólo accede al nivel informativo, el cual irremediablemente se va a olvidar si no se aplica.

Para comprender un contenido, éste debe tener sentido para el alumno; debe ser aplicado a la vida real (debe ser en lo posible “manipulado”), debe relacionarse con otros contenidos de otras asignaturas.

Los alumnos no deberían acceder al 5o año sin tener las competencias indispensables, porque sin ellas estarán condenados al fracaso escolar crónico. A partir de 5o básico se debe comenzar a desarrollar el pensamiento complejo, de alto orden, el que debe estar muy bien desarrollado al pasar a la Media.

Para lograr esto, yo eliminaría el 40% de los contenidos curriculares, pues ese 40% es inútil, no sirve para nada que no sea obstaculizar verdaderos aprendizajes. También modificaría de manera radical los sistemas de evaluación.

Las pruebas escritas miden, en su gran mayoría, memorización de contenidos a nivel informativo, pero no evalúan cuánto comprendió el alumno.

Creo que muchos profesores todavía confunden evaluación con calificación. Dentro de las curriculares incluiría Comunicación (Lenguaje, Idiomas e Informática), Matemáticas y Ciencias. También considero fundamental actividades en Música, Artes Visuales, de la Representación, manualidades, Deportes, Ecología Activa y Relación con la Comunidad.

¿Cómo el profesor o la mamá puede apoyar al niño de acuerdo a la manera que tiene de aprender: en movimiento, con música, observación?

Educación en el siglo XXI

Un profesor del siglo XXI debe manejar muchas estrategias didácticas que le permitan llegar a todos sus alumnos, tanto en las formas de enseñar como en las formas de evaluar. Ese es el desafío de la educación correctamente concebida.

La llaman DUA, Diseño Universal de Aprendizaje. El uso de las TIC (Tecnologías de la información y la comunicación) facilita mucho esta meta, por cuanto la tablet o computador tienen entrada visual, auditiva y kinésica.

Pero hay que entender que las TIC son recursos, lo esencial es el buen docente, ya que hay que motivar, entusiasmar, conducir… Y hay un constante fluir de emociones en el aula, las que deben ser moduladas, canalizadas y empleadas creativamente por el docente.

Las mamás se dan cuenta intuitivamente del estilo de aprendizaje de sus hijos y pueden sacarle mucho provecho cuando se disponen a ayudarlos a preparar una prueba.

Una mamá que lee a su hijo mientras éste da volteretas sobre la cama acaba aprendiendo que su hijo no logra procesar lo que escucha si está quieto… Y aprovecha ese descubrimiento para estudiar mientras se columpia, en vez de reprenderlo porque no se sienta en la silla de una vez. Otra mamá descubre que si “dibuja” el problema de matemáticas, su hija lo resuelve en forma veloz y creativa.

¿Cuándo deben ir los niños al jardín infantil?

Es fundamental que asistan, ya que en los primeros 5 años de la vida el cerebro del niño posee el triple de neuronas y hay máxima apertura a los aprendizajes.

Las neurociencias consideran que en esta etapa el eje central debe estar en el desarrollo de la afectividad, luego lo psicosocial y después el desarrollo cognitivo.

Se debe optar por jardines “donde haya patios grandes, abundantes en juegos, ojalá con pasto, donde hayan gallinas, con sonidos de instrumentos musicales y voces de niños que cantan a todo pulmón”, sugiere Amanda.

¿Cuándo se debe aprender a leer?

Aprender a leer es sólo un paso inicial. Según la neuro siquiatra, el verdadero desafío radica en comprender lo que se lee, elaborarlo, enjuiciarlo, integrarlo con los conocimientos previos, otorgarle un toque de creatividad y originalidad.

Desde los 6 meses el cerebro de un niño está preparado para que la lectura vaya emergiendo, pero alrededor de los 7 años es la mejor edad para que la lectura cristalice.

Por eso, mientras más temprano se exponga a un niño (ojalá entre los 0 y los 5 años) a la experiencia de una segunda lengua como instrumento de aprendizaje y de comunicación, más velozmente aprenderá dicha lengua en todas sus facetas.

 

Columnistas: Amanda Céspedes