¿Cómo hablar de sexualidad con nuestros hijos e hijas?
Uno de los desafíos importantes que nos impone la aventura de la crianza es acompañar a los niños y niñas en la adquisición de conocimientos, hábitos, habilidades, descubrimiento del mundo que les rodea y de su propia individualidad. En este último ámbito es donde los padres pueden tener muchas interrogantes al tratar de hablar sobre sexualidad con su hijo o hija. Educamos en el terreno de la sexualidad tanto por acción como por omisión, es decir, aunque en una familia no se emitan mensajes verbales en torno a lo sexual, inevitablemente se están transmitiendo contenidos en torno al significado que, para esa familia, reviste esta dimensión de la experiencia humana. De ahí que una de las premisas que pudieran compartirse es que en este terreno, como en tantos otros, es valioso que los adultos responsables del cuidado de niños y niñas estén no solo preparados, sino también dispuestos a abordar estos contenidos. Y es entonces cuando afloran el miedo y la ansiedad con respecto a qué decir, qué responder y qué hacer. En este sentido, debe admitirse que cada familia —desde su propia concepción de mundo y escala de valores— enfatizará o modelará determinada transmisión. No está de más que, ya imbuidos en esta tarea, padres, madres y educadores recuerden lo que fue su propia educación sexual en el seno de la familia o en el espacio escolar: ¿Cuáles eran aquellas interrogantes que tuvieron y de qué forma les agradó o les hubiera agradado que se respondiera a sus inquietudes? Algunos ejemplos de preguntas que pueden llegar de parte de los niños y niñas son: ¿Cómo es que las guaguas están dentro de la guata de la mamá? ¿Cómo entraron allí? ¿Y no se ahogan? ¿Porque yo no tengo pelos y mi papá sí? A mí me gustaría tener un pene para poder hacer pipí parada, ¿por qué no lo tengo? ¿Hay que casarse para tener guaguas?, etc. Responder con naturalidad implica entender también en forma natural la sexualidad. En este sentido, no podemos ignorar la elocuencia del lenguaje no verbal. Una cara de extremo asombro, fruncir el entrecejo, titubear, etc., son mensajes que pueden hacerle ver al niño o niña que ha hecho una pregunta insultante o ha violado una regla referida a no hablar sobre cosas prohibidas. De ahí que el mensaje entendido puede ser: “Sobre estas cosas no se habla” o “Es mejor no molestar”. Pero las inquietudes permanecen y es muy valorado no perder la oportunidad de constituirnos en un referente de información para nuestros hijos e hijas. Una inquietud que aflora bastante en las familias tiene que ver con la exposición del cuerpo desnudo de los padres/madres. Con frecuencia encontramos a adultos preocupados que consultan si es recomendable que los niños y niñas tengan la oportunidad de reconocer el cuerpo desnudo. Se conjugan aquí los propios modelos que tuvimos en nuestra infancia y la propia significación. De nuevo será mejor actuar en congruencia con lo que para nosotros connota esta situación. Padres y madres que intentan mostrarse naturales, pero con cara de espanto, no transmiten un lenguaje consistente. Así, si existe algún papá o mamá que quiera iniciar este camino puede hacerlo de manera progresiva, de acuerdo con su propio ritmo, de manera que la experiencia no resulte chocante para él o ella. Tampoco significa inaugurar un desfile de cuerpos desnudos. Para mostrar la naturalidad del cuerpo desnudo basta con la salida de la ducha a una habitación o el cambio de ropa. Los niños y niñas aprenden, además, que estas acciones se ejecutan en presencia de personas de confianza que corresponden al núcleo familiar, en un espacio de protección e intimidad. Una intimidad que cada miembro de la familia necesita… y los niños y niñas también. Fuente: Carolina Gaete, psicóloga Servicio Fono Infancia, Chile Crece Contigo.
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Al referirnos a la sexualidad —ya sea desde el lugar de padres, madres, educadores— no solo hablamos de la genitalidad, del componente fisiológico o de la anatomía de los órganos reproductores internos y externos. Hablar de sexualidad es hablar también de sensaciones reconocidas por una persona. Es apelar, además de los significados culturales, a los propios significados que una familia imprime. Es referirse al tema de la intimidad, al autoconocimiento, a la interacción con otros, al autocuidado, al placer y displacer. De ahí que sea tan importante no ignorar este aspecto y atender a las necesidades que niños y niñas puedan tener respecto a información, transmisión de sentidos y valoraciones, incluso desde la primera infancia.
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