Es bueno exponerlos al agua antes de cumplir un año para que se familiaricen con el medio, y después aprendan a nadar sin miedo y con seguridad. Sin embargo, se recomienda después de los seis meses para que su sistema inmunológico ya esté desarrollado y así evitar resfríos o infecciones.

Si el niño está tranquilo y seguro en el entorno acuático, aprenderá más rápido, pero si está incómodo hay que evitar forzarlo, para que no lo vea como un castigo. Y si en una primera etapa, el niño traga agua o tiene algún percance, hay que restarle importancia y siempre recordar lo divertido que es nadar y estar en el agua.

“A partir de los 4 años los niños ya tienen la coordinación de movimientos necesaria para nadar. A esa edad el objetivo es que aprenda a flotar y mover las extremidades inferiores como ‘perrito’. Para que aprenda a nadar sin ayuda, el promedio de tiempo varía mucho de un niño a otro, y depende del desarrollo de sus habilidades motoras y de la iniciativa que tenga”, recomienda el Dra. Ana Luisa Candia, pediatra de Clínica Indisa.

Materiales

En cuanto a los materiales de piscina, los “tallarines” son muy útiles; estos cilindros de poliestireno son flexibles y largos, por lo que pueden usarse de múltiples maneras y ayudan a los niños a controlar la posición y a sentirse seguros. Sin embargo, las “alitas” no son apropiadas para aprender a nadar porque limitan los movimientos y pueden salirse del brazo. Aunque son útiles en la fase inicial de adaptación al agua y flotabilidad, siempre deben usarse con la supervisión del adulto.

Al ser un deporte aeróbico, ayuda al sistema circulatorio y respiratorio, y los niños desarrollarán agilidad y coordinación, contribuyendo además a prevenir la obesidad infantil, mejorar la concentración y el descanso.

 

Fuente: www.indisa.cl