Tal como sucede con los adultos, los niños también pueden sufrir de ronquidos o interrupciones del sueño. Incluso las conocidas pesadillas o terrores nocturnos, también son uno de los principales trastornos que padecen los menores, afectando no solo a su crecimiento, sino que también su rendimiento académico.

La Dra. Claudia Amarales, neuróloga especialista en niños de la Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe), explicó que las menores necesitan entre 16 y 8 horas de sueño, dependiendo de su edad, lo que favorece un crecimiento y desarrollo adecuado. Sin embargo, con la llegada de la tecnología, cada vez son más los pequeños que tienen problemas para dormir.

Más del 30% de los niños sufre de insomnio, de hecho, es la principal causa de las consultas por problemas de sueño en los menores. “Muchas veces los niños pasan del tablet o la televisión a dormir, sin una rutina clara de que llegó la hora de acostarse. Por eso es recomendable no sólo cumplir con horarios, sino que también, crear un ambiente propicio para un buen descanso, eliminar las pantallas y adecuar la temperatura y luz de la pieza puede ayudar a que se quede dormido más fácilmente”, sostuvo la especialista.

Edad

La dificultad para poder dormir puede afectar de distintas maneras, según la edad del niño. Por ejemplo, en la edad preescolar y mientras van al colegio, la falta de sueño puede traer asociado un cambio en el comportamiento: se tornan más inquietos y con dificultad para concentrarse y recordar cosas, lo que hace que disminuyan su rendimiento académico. Sin embargo, la Dra. Amarales destacó que “durante la primera infancia, cuando genera el mayor desarrollo neurológico, si los pequeños no descansan lo suficiente se puede ver entorpecido este proceso, ya que es justamente durante el sueño que se aumentan las conexiones en el cerebro, favoreciendo el aprendizaje y la memoria”. Otros de los beneficios de un buen dormir que destaca la neuróloga, es la regulación hormonal, inmunológica y cardíaca, lo que le mantiene con un buen estado de salud a los niños, para que puedan desarrollarse y desenvolverse adecuadamente en el día a día.

¿Pesadillas o terrores?

Si bien el insomnio es una de las patologías más comunes que debilitan el descanso, también están las pesadillas y los terrores nocturnos, que provocan que los niños no tengan un sueño constante, sino que éste se ve interrumpido. En el caso de las pesadillas, estas suelen ocurrir en la segunda mitad de la noche, donde se sueña con contenido terrorífico, generando miedo en el menor, y que lo hace despertar con una sensación de angustia y recordando lo que soñaba. El problema surge, cuando tras repetidas situaciones, los niños se resisten de ir a acostarse y no quieren dormir, para no volver a sufrir lo mismo.

Los terrores nocturnos por su parte suelen ocurrir un par de horas después de que el niño se duerme. La duración es variable, pero comienzan de manera repentina: se sientan en la cama y lloran constantemente, siendo muy difícil poder consolarlos. Incluso presentan algunas manifestaciones físicas, como el aumento del ritmo cardíaco y la respiración. Después de unos minutos, cuando se calman, vuelven a dormir plácidamente, y es poco probable que recuerden algo al día siguiente, ya que todo sucede mientras aún estaba durmiendo.

Medidas que facilitan al niño a dormir

  • Realización de rutinas predecibles para acostarse.
  • Acostar y levantar a los niños a la misma hora habitualmente.
  • Promover la capacidad de dormirse sin la presencia de los padres.
  • Llevarlos a la cama cuando estén cansados y evitarlo si están demasiado activos.
  • Realizar actividades relajantes y no realizar actividades intensas antes de acostarse.
  • Resolver problemas o hacer planes antes de acostarse, no cuando ya se está en la cama.