Uno de los aspectos de la crianza que frecuentemente preocupa a las madres y los padres es el rendimiento escolar de sus hijos, es decir, que los niños y niñas logren aprender los contenidos esperados para su etapa educativa y eso se vea reflejado en buenas notas y evaluaciones, de forma que vayan adquiriendo los aprendizajes que aportaran herramientas para su desarrollo.
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Y es que, a veces, a pesar de los esfuerzos de las familias y los profesores, muchos niños no logran aprender algunos de los contenidos o que sus notas son bajas. Asimismo, hay niños que no logran motivarse con el colegio, las tareas o los estudios, siendo fuente de conflicto y angustia. Esto provoca ansiedad en los adultos y continuos esfuerzos por modificar estas condiciones. A veces, a pesar de estos esfuerzos, el problema continúa e incluso puede agravarse.
Impulsados a aprender
Para entender algunas de estas situaciones es importante entender que el aprendizaje, como cualquier otra actividad que realizamos requiere para su adecuada realización de un componente esencial: la motivación.
La motivación es una fuente emocional que nos lleva a actuar de cierta forma. Es decir, debe existir una disposición interna que nos movilice e impulse a aprender, a querer saber, conocer y poner esos aprendizajes en práctica. Sin esa motivación, el aprendizaje por muy necesario que sea, se vuelve pesado, aburrido y estresante.
¿Cómo generar motivación?
- Lo primero es lograr que esa motivación provenga desde su interior, desde sus propios deseos, intereses y capacidades.
- Muchas veces intentamos motivar a los niños con premios o con castigos o les explicamos que sus estudios los ayudarán en el futuro para muchas cosas. Sin embargo, estas fuentes de motivación son externas y en muchas ocasiones no tienen que ver con sus intereses, ni despiertan sus recursos o capacidades.
- Esto no significa que en ocasiones no puedan ser de utilidad, pero no serán la fuente primordial de motivación.
- Es recomendable vincular la materia en particular que está aprendiendo con los intereses y capacidades del niño/a, y hacerlo mediante ejemplos que tengan que ver con su presente.
- Por ejemplo, si es que un niño está aprendiendo ciencias naturales y a él le gustan mucho las mascotas podríamos vincular este aprendizaje con sus animales favoritos, con lo que comen esos animales, con las partes de su cuerpo, con los nutrientes y alimentos que necesitan los animales para crecer y estar sanos, o con los lugares en que esos animales viven.
- En segundo lugar, para estar motivados necesitamos que el ambiente en que desarrollamos una actividad nos facilite la experimentación, los ensayos, la posibilidad de equivocarnos sin riesgo, y nos inste a volver a intentarlo.
- En este sentido debe ser un ambiente de afecto, confianza y diversión. Por lo tanto, es muy importante que estimulemos el aprendizaje sin presiones, sin amenazas ni castigos, ya que esto hará que el niño/a asocie el aprender con un momento de estrés y conflicto con sus personas queridas, y por lo tanto generará mayor rechazo a estas actividades.
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