¿Qué es la negligencia parental?
“No es fácil ser padre”. “Nadie nos enseña a ser mamá o papá”. “Esto de ser mamá o papá es una tarea muy demandante”. Estas son frases que habitualmente escuchamos de otros o repetimos nosotros mismos cuando como padres o madres nos damos cuenta de que hemos cometido un error con nuestros hijos o hijas.
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Para tener claridad respecto a lo planteado entenderemos la negligencia como el abandono, apatía, desgano o indolencia que a veces nos lleva a descuidar el bienestar y el bien superior del niño o la niña. La negligencia parental es un tipo de maltrato infantil ejercido por los padres y/o adultos responsables. Es sostenido en el tiempo y priva a los niños del cuidado, protección y afecto que deben recibir de parte de los adultos que le rodean. Estas conductas suelen darse por diversos motivos personales, sociales, familiares y/o comunitarios. En su mayoría es necesario el trabajo con especialistas y con la integración y participación de los padres y madres, u otros adultos referentes del niño, en instituciones y organizaciones de la comunidad como jardín infantil y/o sala cuna. En estas instituciones se pueden conocer, aprender y desarrollar competencias parentales, además de estimular las condiciones y las características del apego, condición fundamental para el buen trato. Esto se logra a través de la participación en talleres, entrevistas con profesionales, materiales de apoyo, visitas domiciliarias y un sinfín de estrategias posibles de implementar. El apego es un vínculo emocional que desarrolla el bebé con sus padres o cuidadores y que le brinda seguridad emocional para su óptimo desarrollo. Esta seguridad emocional significa para el niño y la niña ser aceptado y protegido incondicionalmente. Para desarrollarse es fundamental la presencia y proximidad física de la madre y/o el padre, u otro adulto significativo. Sin embargo, por distintos motivos, no todos los adultos desarrollan el apego. Y si lo hacen, el tipo de relación que establecen no necesariamente constituye un apego seguro, sino que puede ser un apego más bien ansioso o desorganizado. Cuando estamos frente a un adulto que se relaciona con un niño de alguna de estas dos últimas formas existe posibilidad de que se desarrolle la negligencia parental, descuidando las necesidades básicas de alimentación, higiene, sueño y afecto. La negligencia parental es capaz de causar serios daños a la salud física y emocional del niño. A veces puede terminar en hechos trágicos para la vida del pequeño. [irp posts=»9880″ name=»Actitudes de los padres que dañan a los niños»] Las competencias parentales forman parte de lo que los expertos han llamado parentalidad social, condición de continuidad de la parentalidad biológica y que dice relación con que niños y niñas son cuidados, criados y protegidos por quienes los procrearon. La mayoría de las madres y los padres pueden asumir el cuidado, educación y protección de sus hijos. Sin embargo, hay otros que no poseen ni han desarrollado las competencias para una práctica parental acorde a las necesidades de los pequeños. Las causas de estas incompetencias pueden tener su origen en historias familiares, personales y sociales y que en la mayoría de los casos se relacionan con historias anteriores de maltrato, abandono, exclusión social, protección inadecuada o inexistente, pérdidas o rupturas en la infancia de estos padres y madres u otros adultos con dificultades para el ejercicio de la parentalidad. Las competencias parentales están determinadas por un origen biológico, pero son moldeables por experiencias vitales e influenciadas por la cultura y los contextos sociales. De acuerdo con el modelo de Barudy y Dantagnan (2005) las competencias parentales son: Es la capacidad de los adultos responsables de percibir y comprender las necesidades de los niños y las niñas a través de sus expresiones emocionales y gestuales para responder de manera oportuna a sus requerimientos. Es la oportunidad que tienen los padres y madres para pedir, recibir y ofrecer ayuda a sus redes familiares y sociales, lo que incluye a instituciones formales de la comunidad y a profesionales de la salud y de la educación. Es poder reconocer las necesidades de cuidado y protección de los hijos e hijas y responder a ellas de manera práctica a través de pautas de crianza, favoreciendo su desarrollo. Son los recursos emocionales y cognitivos que tiene las madres y los padres para vincularse con sus hijos e hijas. Tanto el desarrollo del apego como la práctica de las competencias parentales contribuyen a la crianza, protección y adecuado desarrollo de los niños y niñas y evitar situaciones de negligencia parentales que redundarán en un mal trato y vulneración de derechos. Por: Fonoinfancia. Si tienes dudas de crianza puedes llamar de lunes a viernes a los expertos de Fonoinfancia al número gratuito 800 200818. [irp posts=»9164″ name=»Padres: ¡menos celular y más tiempo con los hijos!»]
Algunos de estos “errores” son subsanables y remediables en el corto plazo. Sin embargo, algunas de nuestras acciones son capaces de generar una grave transgresión de los derechos de las niñas y los niños, afectando de manera negativa y permanente su normal desarrollo. Asimismo, los contextos de pobreza y de privación en que viven algunas familias pueden convertirse en un escenario favorecedor para la vulneración de derechos y la realización de acciones que nos lleven a la negligencia como padres o madres.
Tipo de maltrato
El apego
Implicancias de la negligencia parental
Competencias parentales
Empatía:
Redes:
Modelos de crianza:
Apego: