Bebé: aprendiendo a dormir
¿Sabía usted que a los 6 meses un bebé puede aprender a dormir hasta 9 horas seguidas, sin interrupciones, por la noche? La cantidad de sueño nocturno varía en cada niño, algunos duermen más y otros menos, pero la mayoría es capaz de dormir toda la noche. Cuando se presentan dificultades a la hora de dormir, en niños y niñas sanos, se asocia a la presencia de sentimientos ambivalentes en los padres sobre la separación (propia del sueño). El acto de dormir fomenta los sentimientos de pérdida, es un espacio que apenas se controla, hay una sensación de aislamiento, al mismo tiempo que existen sentimientos de descanso y dulces sueños. El concepto que los padres tengan del sueño influirá en lo que el niño conciba de ese espacio. Por ejemplo: si ellos dejan una luz encendida antes de acostar a su hijo, por si la oscuridad lo asusta, da por sentado que la oscuridad es inquietante antes que tranquilizadora. De esta manera transmiten ansiedad, dificultando la calma y seguridad necesarias para conciliar el sueño. En términos generales, los problemas de sueño más comunes de la infancia pueden ser corregidos rápidamente una vez que han sido identificados y tratados. El sentido común y el apoyo del pediatra pueden ser de bastante ayuda. En ocasiones, el hecho de conversar con otros padres y madres de niños de la misma edad con los mismos problemas, también resulta aportador. Uno de los problemas más severos que se le presenta a la familia es conciliar el sueño de su hijo de pocos meses de edad. A medida que van pasando los días el sistema nervioso del lactante va madurando y, por consiguiente, va alargando sus períodos de sueño nocturno. Dormirse tarde o despertar a cada rato puede representar una verdadera pesadilla para los padres. Sin embargo, un problema que pareciera ser muy difícil, tiene fáciles soluciones. Veamos entonces cómo podemos ayudar a los bebés a conciliar el sueño: Los tres meses es un período ideal para ponerse en campaña y comenzar a enseñar cómo y a qué hora debe dormir su hijo. Es una tarea importante para toda la familia. En primer lugar, la mamá debe sentirse segura de lo que está haciendo y perseverar en ese sentido. Esa confianza debe manifestarla durante toda la crianza de los hijos. Aunque no lo crea, un bebé de tres meses puede percibir que el hecho de quedarse solo en la cuna y conciliar el sueño por sí mismo puede ser lo más natural del mundo. El ruido de la actividad propia de una familia no molesta al bebé. Cuando le molesta es porque alguien está ansioso, y esa es la causa de la perturbación. [irp posts=»5422″ name=»A mi hijo le cuesta dormir ¿qué hacer?»] Convertir una rutina en un hábito es la mejor receta que las mamás pueden recibir. Significa que al momento de acostarse, todos los días sucedan más o menos los mismos pasos. La repetición de actos da seguridad al pequeño. La hora de dormir debe asociarse a una serie de elementos externos que permanecerán con él durante toda la noche: cuna, osito de peluche, chupete, pañito, etc. Por el baño, algo que divierte y relaja al bebé, al mismo tiempo que le sirve como anuncio que va camino hacia algo que divide el día de la noche. El baño puede ser corto o largo, pero lo importante es que lo disfrute. No es aconsejable hacerlo en su habitación, ya que es muy bueno separar los hábitos de dormir con los de comer. La idea es que el bebé lo distinga claramente para que no haga asociaciones erróneas. Un cuento corto, un cántico o susurro con el ánimo de apaciguarlo, pero siempre fuera de la habitación. El único objetivo es que el bebé se sienta querido, satisfecho y, por sobretodo, que sienta la seguridad que tanto necesita para relajarse y conciliar el sueño. Tras este breve momento, que no debe sobrepasar 5 o 10 minutos, hay que meterlo a su cuna, acompañado con su osito, su chupete y los elementos externos que no se moverán de su lado durante la noche. Una breve despedida (ojala siempre con las mismas palabras) y hasta el otro día. Cumplido todo este ritual deberá salir de la habitación mientras el niño esté despierto. No hay que acudir ni ceder al primer llanto. Puede ser una prueba o protesta del bebé, pero nada más. Después del tercer mes no hay que llevarlo a los brazos al primer gemido. Hay que darle la oportunidad de que calme su llanto y se quede dormido. No se sorprenda si eso ocurre. Alguna enfermedad, cólicos, sentir frío o calor, estar incómodo con el pañal, tener hambre. Una queja común de los padres es que el niño no se duerme si no se lo toma en brazos y se lo acuna. Esto significa que el pequeño está asociando el hecho de irse a la cama y dormir, con algún otro evento (ser acunado, acariciado y siempre estar acompañado cuando se queda dormido). Cuando el hecho asociado (persona u objeto) se echa de menos, el niño es incapaz de quedarse dormido. Por: Junji. [irp posts=»2858″ name=»El mal dormir afecta el desarrollo de los niños»]
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¿Qué hacemos entonces para que un niño o niña pueda aprender a dormir? Lo primero es tener claro que los pequeños tienen una dependencia muy grande con el mundo que los rodea. Una condición fundamental para entrar en el sueño es sentirse seguro consigo mismo y, en el caso de los niños, además sentirse seguro con sus padres. Por supuesto que hay niños más o menos sensibles al entorno. Sin embargo, cuando un menor duerme mal, debemos preguntarnos quién o quiénes entre las personas que le rodean, está ansioso y pudiera estar transmitiendo dicha ansiedad.
Sentimientos de los padres
Empieza la enseñanza
¿A qué edad debo intentar establecer una rutina de sueño para mi bebé?
¿Qué debo hacer para enseñarle?
¿Cuál es la mejor fórmula?
¿Cómo empiezo la rutina?
¿Y si tengo que alimentarlo?
¿Qué hacer antes de dejarlo en la cuna?
¿Y si se pone a llorar cuando la mamá sale de la pieza?
¿Qué le puede impedir conciliar el sueño?
¿Es necesario hacer dormir a los niños pequeños en brazos?