Resulta fácil reconocer al bebé como un ser sensible cuando se enfrenta a la hora del baño: la piel desnuda que reacciona ante la temperatura del ambiente, el cuerpo que se agita sintiéndose liberado de la ropa, el rostro que gesticula al contacto del líquido con el que toma contacto, la mirada que busca aspectos ya reconocidos para tener la suficiente seguridad que permita explorar en este ambiente distinto, etc. Si el baño es una actividad agradable, el bebé ríe en voz alta, emite gorjeos y arrullos, repite sonidos y gesticula, frunce el entrecejo o mueve los labios.

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