En tiempos en los que la medicina y los avances tecnológicos han aumentado la sobrevida de niños prematuros y las especialidades neonatales se esfuerzan por recrear el ambiente intrauterino en favor del desarrollo del recién nacido, cobra importancia el singular rol de la neurokinesiología dentro del equipo de tratantes.

Datos

  • Un embarazo de término alcanza las 40 semanas de gestación, mientras que los nacimientos prematuros incluso se registran a las 24 semanas de embarazo, generando diferentes desafíos para el equipo de especialistas.
  • La presencia de diagnósticos de comorbilidades, influyen no solo en las posibilidades de sobrevida, sino también en las condiciones de la calidad de vida hasta después del alta.
  • Según la OMS, se estima que cada año nacen de forma prematura 15 millones de RN en el mundo, de los cuales 1,1 millones fallecen.
  • Los prematuros en Chile representan el 7% del total de los nacimientos, 1% son prematuros extremos (pesan menos de 1500 gramos), el 75% logra sobrevivir y más de un tercio lo hace con alguna secuela.
  • Por ejemplo, cerca de un 20% presenta problemas respiratorios crónicos y alrededor de un 7% de los sobrevivientes es dado de alta con necesidad de oxígeno domiciliario.
  • Alrededor de un tercio presenta secuelas neurológicas crónicas, producto del daño cerebral, que se manifiestan como problemas motores, de lenguaje, cognitivos, conductuales o de aprendizaje (Datos Neocosur).

Calidad de vida

En este contexto, en un formato interdisciplinario de cuidado neonatal que involucra a neonatólogos, enfermeras, TENS, kinesiólogos, fonoaudiólogos, terapeutas ocupacionales, neurólogos, entre otros, se trabaja para mejorar la calidad del prematuro, más allá de la sobrevivencia en condiciones críticas. La morbilidad pulmonar y neurológica son los aspectos más relevantes en el cuidado de este tipo de pacientes.

Marcela Miranda, docente de la Carrera de Kinesiología de la Pontificia Universidad Católica, comenta que “a este equipo interdisciplinario se incorporan los padres, quienes en condiciones muchas veces extremas y de incertidumbre deben adquirir habilidades para participar de este proceso, en el que se procura el estímulo del neurodesarrollo y la protección neurosensorial del niño”.

Con más de 20 años de experiencia laboral intrahospitalaria, la especialista comenta que los kinesiólogos en este tipo de unidades médicas aportan a través del posicionamiento, estimulación y modificación ambiental, realizando ejercicios físicos y educando a los padres como cuidadores principales, los que han tenido que posponer su rol, dejándolo en manos de profesionales de salud, por la condición de salud de su hijo.

Caso a caso

Para iniciar esta intervención, Miranda explica que el equipo de Neurodesarrollo analiza cada caso individualmente, una vez que el niño está estable fisiológicamente, considerando:

  • La edad gestacional, que es el número de semanas y días desde la concepción al nacimiento.
  • Edad cronológica, los días tras su nacimiento.
  • Edad corregida, que son los días, semanas o meses desde la fecha que debió haber nacido.
  • Las señales de estrés y de regulación que manifiestan los niños, para evaluar la capacidad que disponen de enfrentar las demandas ambientales, evaluando la combinación de múltiples factores.

“Observamos cuál es el desempeño motor espontáneo que tiene el niño. Si es prematuro, por ejemplo, sus movimientos van a estar muy influenciados por la por la edad y el impacto de la fuerza de gravedad, porque no tiene la madurez necesaria para enfrentarse a este ambiente extrauterino.

El kinesiólogo estimula las conductas sensorio-motoras adecuadas para la edad, disminuyendo los ruidos y la luminosidad intensa, intencionando ejercicios suaves y variables que tiendan a reproducir los movimientos en el ambiente extrauterino.

Sabemos que el feto se mueve dentro del útero desde las 7 semanas y media de gestación, por eso es factible incidir una vez nacido en la continuidad de su desarrollo, en las mejores condiciones posibles”, explica.