Los constantes movimientos bruscos a los cuales son sometidos los recién nacidos -incluso a veces como un juego al lanzarlos hacia arriba- pueden tener graves efectos en su salud. A estos se le llama síndrome del niño sacudido.

La doctora Verónica Morales, académica de la Facultad de Medicina de la U. Andrés Bello, explica que produce un daño a nivel de la vasculatura cerebral, es decir, los vasos en el cerebro se rompen causando una hemorragia que puede causar daño neurológico severo.

También se puede afectar la retina, incluso el pequeño puede quedar ciego, o sufrir alteración de los sentidos.

En alza

La pediatra indica que esta situación ha ido en aumento en nuestro país. “Si bien no existen estadísticas al respecto, según lo que se aprecia en los centros de urgencia, podría sostenerse que en los últimos 10 años se ha producido un alza progresiva. El alza de casos se aprecia especialmente en el período de lactancia antes de los dos años y se concentra en menores de un año», explica.

Uno de los aspectos más complicados del síndrome de niño sacudido es detectarlo. “Los médicos lo confirmamos cuando los niños vienen por otra causa y al examinarlos se aprecian daños cerebrales. Aunque también hay pequeños que llegan, además, con fractura en los huesos largos o en costillas”, concluye la experta.

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