Si un niño recién nacido deja de respirar o muestra dificultades para hacerlo es fundamental que los adultos a cargo de su cuidado sepan cómo reaccionar. Lo primero es nunca dejar solo al niño. Si hay otra persona, ella deberá pedir ayuda: llamar al centro de salud más cercano, a un taxi o ambulancia, o acudir a los vecinos.
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