Existen más de un millón de especies diferentes de insectos, de los cuales muy pocos provocan picaduras o daño al ser humano. Los de mayor importancia son los mosquitos/zancudos, pulgas y abejas. También es relevante, por el riesgo que conlleva, la mordedura por araña de rincón.
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Existen enfermedades que se pueden transmitir por estos insectos como el dengue, fiebre amarilla, zika, chikungunya, malaria, chagas, entre otras. Pero esto ocurre en zonas donde existen dichas enfermedades.
La reacción cutánea es común para todas las picaduras de insectos, siendo muy difícil diferenciarlas en el ejercicio clínico. En general, vemos pápulas eritematosas que luego evolucionan a ronchas muy pruriginosas. Se ubican, a menudo, en zonas expuestas de la piel.
Picaduras mosquito/zancudo
- Ocurren en zonas expuestas.
- Son aisladas.
- Se inician con pápula eritematosa que pasa a roncha.
- Por grataje (rascarse mucho) pueden generarse excoriaciones y heridas.
- Las complicaciones se dan por el grataje, siendo lo más frecuente la sobreinfección bacteriana.
- En ocasiones puede ocurrir una reacción alérgica, que se manifiesta por aumento de volumen, aumento de temperatura y más prurito. Cuando esto sucede en los párpados puede ser muy llamativo, imposibilitado incluso la apertura palpebral por motivos mecánicos.
- El manejo de estas picaduras se realiza con uso de antihistamínicos y frío local. En ocasiones se pueden utilizar corticoides tópicos u orales, sobre todo en pacientes con antecedentes de reacciones alérgicas.
Picaduras de abeja
- Cuando se sienten amenazadas, las abejas pican con un aguijón que se ubica en la parte terminal de su abdomen a través del cual instilan su veneno. El aguijón presenta en su superficie unas rebarbas que lo dejan anclado a la piel de la persona. Al intentar desprenderse, la abeja muere por evisceración ya que el aguijón y la bolsa de veneno están adheridos a su intestino.
- La picadura es dolorosa y pruriginosa. Se manifiesta en la piel con una roncha eritematosa que aumenta rápidamente de tamaño.
- Se debe poner frío local en forma inmediata, usar antihistamínicos y en pacientes alérgicos se puede indicar uso de corticoides. Los síntomas pueden durar varios días.
- Los pacientes con alergia conocida a la picadura de abeja deben consultar en forma inmediata al servicio de urgencia. En caso de antecedentes de shock anafiláctico se debe tener previamente un estudio e indicación de manejo con uso de adrenalina subcutánea o lo que haya prescrito el médico tratante.
Mordedura de araña de rincón
- La araña de rincón, cuyo nombre científico es Loxoceles laeta, tiene veneno de alto poder patógeno.
- Es una araña tímida, que vive en la casa en lugares sombríos y que sale más de noche.
- Muerde por defensa propia. Lo más frecuente es que la araña muerda a la persona al ponerse ropa que estaba colgada al lado de un muro o tirada en el suelo, o al comprimirla tras acostarse en la cama de noche.
- Se producen mordeduras en cualquier época del año, pero las vemos más frecuentemente en primavera y verano.
- El cuadro clínico más frecuente (90%) es solamente compromiso cutáneo. Se observa una roncha inicial que evoluciona a flictena o bula (ampolla) hasta terminar con una costra necrótica. Se acompaña de una sensación punzante, dolor, hinchazón, eritema y zona violácea central que va cambiando al color negro y costroso grueso (costra necrótica).
- Lo menos frecuente, pero de mucho riesgo, es el compromiso cutáneo visceral. En este caso, además de los signos en piel pueden aparecer síntomas como náuseas, fiebre, vómitos, cambio de color de la orina, entre otros, hasta 48 horas después de ocurrida la mordedura.
- Es importante consultar al servicio de urgencia si se sospecha una mordedura de araña de rincón. Si logra capturar el arácnido, debe llevarlo al centro de salud para identificarlo.
- También es muy importante aplicar hielo en la zona de mordedura para disminuir la propagación y efectividad del veneno.
Conviene prevenir la mordedura de la araña de rincón a través de cuidados simples:
- Mantener un buen aseo y orden de nuestra casa. En especial rincones, bajo los muebles y atrás de cuadros.
- Separar las camas de los muros.
- Revisar la cama antes de acostarse.
- Sacudir zapatos y ropa antes de ponérsela.
- No dejar ropa o toallas en el suelo o colgada en muros.
- Evitar que los niños jueguen dentro de clósets o bodegas con poco aseo.
Por: Dra. Carla Muñoz, dermatóloga. Instagram: @dra.carlamunoz_dermatologa. E-mail: [email protected]
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