El 4 de septiembre pasado, en el Teatro Oriente de Providencia, la neuropsiquiatra Amanda Céspedes presentó oficialmente la fundación educacional del mismo nombre.
En la jornada, titulada «Cómo formar al niño para un mañana incierto» y que contó con la asistencia de casi 900 personas, la experta señaló que «no podemos desconocer que tanto quienes hoy somos adultos como quienes nos han precedido hemos contribuido a generar una sociedad confundida, que camina sonámbula en la cinta transportadora de la destrucción de nuestra casa planetaria, y que muchos de quienes tienen en sus manos las políticas públicas en educación, salud y protección de derechos del niño están tomando medidas que en nada contribuirán al cambio urgente que necesitamos».
Sin embargo, Amanda Céspedes es optimista. Hay un sendero de esperanza que está siendo transitado por un número creciente de adultos lúcidos y por millares de niños y jóvenes —sin duda poseedores de mayor conciencia y compromiso— y hay numerosa evidencia científica acerca del cerebro en desarrollo que deben ser nuestra hoja de ruta.
Frases para no olvidar
«¿Quién de ustedes tiene algún proyecto por el bien de la humanidad? Les quiero decir que cada hijo es un proyecto para este fin. Hay que formarlos en su vocación de adultos para un mundo que hoy está en crisis».
«El ser humano tiene dos cerebros: uno en la cabeza y otro en el corazón; efectivamente, al interior del miocardio se encuentra un complejo grupo neuronal conectado con el área emocional del cerebro encefálico. Qué importante es entonces educar con amor, respeto y cariño».
«La inteligencia fluida se relaciona con la capacidad de aplicar de modo creativo lo que se ha aprendido. ¿Cómo potenciar esta inteligencia? Con la práctica musical y vocal, con las artes y la actividad física sistemática».
«En la cultura esquimal de los inuits (habitantes del Ártico) la primera misión del educador (padres o profesores) es lograr que el niño mantenga su sonrisa y entusiasmo, porque esto es señal de que va a ser un gran adulto».
«El cerebro de un recién nacido pesa alrededor de 300 gramos. A los 5 años ya pesa 1300 gramos. Imagínense todo lo que ocurre en ese prodigioso cerebro los primeros 5 años de vida de un niño».
«Entre los 7 y los 12 años se renuevan las redes neuronales. Y para ello es fundamental la lectura por parte de los niños».
«La cultura inuit dice, y con mucha razón: solo la ternura hace irrompibles a los niños”.
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