Alejandra Buzeta, directora de
Fundación Ama —institución que lleva varios años trabajando con talleres para padres en diversos temas de crianza—, explica que como padres debemos seguir alimentando adecuadamente la motivación de los niños y moviéndola hacia su propio centro vital, para que vaya acompañando su crecimiento.
Añade que un ejemplo de esto puede ser el que pidamos a nuestros hijos pequeños que hagan algo “porque los papás se pondrán felices”, y ellos lo harán.
En el caso de niños más grandes necesitarán una motivación o razón más propia, algún valor que les haga más sentido o que muestre más consideración de su perspectiva. Les pediremos que hagan algo “porque así descubrirán lo bien que se siente hacer las cosas correctamente” o “porque confío en que lo harás bien” o “porque necesito tu ayuda”.
Estas pueden ser unas buenas motivaciones para alentar a nuestros hijos en las cosas cotidianas.
¿Qué necesitan los niños para no perder la motivación?
Ante todo, un niño necesita sentirse amado. Esto significa respetado, confiado, guiado y desafiado. Podemos agrupar todo esto en tres elementos:
1-Sentirse seguro: saber que sus acciones no condicionarán la aceptación de sus padres y saber que puede equivocarse y que no pasará nada malo.
2-Sentirse capaz: saber que sus acciones son adecuadas, saber que es capaz de lograr sus metas y saber que puede contribuir.
3-Saber que puede decidir sobre ciertos aspectos de su vida. Esto, además de alimentar su dignidad como persona porque respeta su libertad, alimenta su mente ya que desarrolla sus habilidades cognitivas de análisis y de toma de decisiones. Desarrolla la capacidad de asumir responsablemente sus actos y mejora la tolerancia a la frustración.
En términos concretos, los niños necesitan interacciones positivas, explicación de las normas, espacios para hacer preguntas de “por qué”, que aunque parezcan desafiantes, las necesitan para hacer su autochequeo de compatibilidad con sus propios valores y visiones del mundo.
¿Las cosas que nos gustan requieren menos motivación que las que nos cuestan?
Se requiere menos fuerza externa para movernos, porque la fuerza interna es suficiente. Cuando estudias la motivación te das cuenta de que no es blanco o negro.
Existen dos procesos innatos que son fundamentales. Uno es el de la motivación intrínseca, que es el motor más interno de cada ser humano, que lo mueve a hacer lo que lo apasiona, lo que lo hace feliz. Las acciones movidas por esta motivación son coherentes con el ser, lo llenan de sentido, le dan felicidad y fortalecen su identidad.
El segundo proceso innato es el de internalización, a través del cual las personas, incluidos los niños, van internalizando las normas de la familia, colegio y sociedad. Con ellos podemos irnos adaptando y haciendo nuestros los valores que se nos presentan.
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