Independiente de la edad que tengan los hijos y las circunstancias particulares que rodean a la familia, todos los niños se ven afectados cuando sus padres deciden separarse. Por lo mismo, no da lo mismo la forma en que se maneja la serie de sucesos que conforman una separación y el eje debiera ponerse en disminuir los riesgos inherentes que generan gran estrés.

La sicóloga Andrea Cardemil, en su libro “Separarse con niños pequeños” (Ediciones B), entrega interesantes conocimientos y herramientas para enfrentar la ruptura e invita a los involucrados a seguir nutriendo el vínculo familiar en una nueva dinámica.

Y es que la separación es el segundo evento que más estrés produce, después de la muerte de un familiar cercano. Hay un duelo que elaborar ante la pérdida del esquema en el que nos habíamos desenvuelto y hay que adaptarse a una nueva situación. Según explica la sicóloga, lo que más necesitan los niños de padres separados para procesar su historia y regular sus emociones es “sentir amor incondicional (que no los van a dejar de querer o abandonar), tener una buena relación con ambos padres y poder predecir cuándo volverán a ver a su mamá/papá”. De ahí que el cómo y qué se le diga al anunciar la separación sea tremendamente importante.

Dependiendo de la edad del hijo, ¿cómo ve o percibe la separación de los padres?

Los niños menores de 3 años no entienden bien el concepto de pareja, por lo que tampoco entienden bien lo que significa separarse. Por lo mismo, cuando les dan la noticia, con frecuencia no tienen mayores reacciones emocionales. El estrés viene después, cuando con el paso de los días su rutina cambia y se dan cuenta que el papá ya no llega a la casa después del trabajo. Es en ese minuto cuando los invade la sensación de que las personas desaparecen y, por tanto, hay que vigilarlas en todo momento. El gran desafío con niños tan pequeñitos es brindarles un ambiente emocionalmente tranquilo y que entiendan que siguen teniendo mamá y papá.

El niño preescolar ya entiende lo que es una separación, pero no es capaz de imaginarse cómo será su vida tras ella. Entonces, se llena de temores y preocupaciones. ¿Me van a seguir queriendo? ¿Mi mamá también se va a ir a vivir a otra casa? ¿Quién me va a llevar al colegio ahora que el papá no está? Como a esta edad son egocéntricos, con frecuencia sienten que la separación es culpa suya. Y sufren por eso, muchas veces en silencio.

El niño escolar tiene más lógica y capacidad de comprensión que el preescolar. Entiende lo que está pasando, como también lo que vendrá (visitas, vacaciones, etc.). Pero se sumerge en una pena profunda. Les duele el quiebre familiar y anhelan que los papás se vuelvan a querer. Y como a esta edad no entienden las complejidades de las relaciones de pareja, creen que volver es fácil. Que basta una mirada o una canción para que los papás se vuelvan a querer y todo sea como antes. A los niños de esta edad les cuesta asumir la nueva situación familiar.

El adolescente ya entiende perfecto lo que está pasando. Y si es mayor de 16 años o tiene experiencia en relaciones de pareja, puede incluso comprender y empatizar con sus padres. Pero el entender tanto no siempre es bueno, porque se corre el riesgo de tomar preferencia por uno de los padres o asumir roles que no corresponden, como ser consejero, amigo o mediador de los adultos. Es importante aclarar que entender lo que está pasando no significa que no sufran o que no tengan preocupaciones. Se ha visto que a los adolescentes les preocupa mucho el estado anímico de sus padres, qué van a decir sus compañeros, la situación económica y que sus papás rehagan sus vidas.

¿Qué cosas se deben evitar al momento de comunicar la separación a los hijos?

Se debe evitar cualquier cosa que genere más estrés, como por ejemplo ponerse a pelear, echarse la culpa, llorar de manera desbordada o dar información inadecuada a la edad del niño. También se deben evitar hacer cosas que no permitan que el niño procese lo que está ocurriendo, como por ejemplo dar versiones distintas, no dar espacio para que hagan preguntas o no permitirles que expresen lo que sienten (“no llores, todo va a estar bien”, “no llores, tienes que estar feliz”).

¿Cómo saber si los hijos necesitan ir a un especialista que los ayude a realizar el duelo?

Los niños necesitan ayuda cuando los síntomas esperables al cambio (ansiedad, irritabilidad, pena, temor) se vuelven intensos, muy frecuentes y de difícil manejo. También cuando vemos que hay manifestaciones neurovegetativas como dificultades para dormir, controlar esfínter, concentrarse, etc. También puede ser necesario buscar ayuda cuando el escenario familiar no es el más favorable (por ejemplo, cuando uno de los padres desaparece o introduce de manera temprana a un tercero), cuando el niño pide por su cuenta ayuda y/o cuando no manifiesta estrés alguno (porque lo más probable es que se esté guardando todo).

¿Con qué situaciones hay que tener cuidado después de una separación?

Los niños ya tienen suficiente pega y dolor procesando que ya no vivirán con mamá y papá, como para tener que lidiar con otras cosas como cambios de colegio o parejas nuevas. Cuando evitamos el estrés innecesario permitimos que los niños focalicen toda su energía y recursos en resolver su duelo y adaptarse a la nueva situación familiar.

No recomiendo: cambios de domicilio o colegio (especialmente si son pequeños), pelear delante de los niños, hablar mal del otro padre, presentar nuevas parejas, tener un régimen de visita no adecuado, no brindarles apoyo en caso que lo necesiten, que los padres estén mal y no busquen ayuda, etc.