Una misión importante, quizás la más ligada a la paternidad, dice relación con la motivación de nuestros niños frente a la vida. ¿Cómo así? Mamá y papá somos los principales responsables de enseñar el valor de la esperanza. Leer artículo completo
Cambiar el mundo
Si hay una meta ambiciosa que logra movernos como seres humanos, cuando estamos estáticos, es la posibilidad de “cambiar el mundo”. Venimos a esta Tierra a dejar huella, y es inspirador para los niños saber que lo que ven hoy, o la imagen que se van formando del mundo, puede cambiar en base al esfuerzo que realicen desde el lugar que elijan en sus vidas. Puede que haya muchas señales de que estamos mal como planeta, pero los papás encontraremos más señales de que hay esperanza. Y empaparemos a nuestras (os) niñas (os) con ella.
Ser constante
Los adultos tenemos un bagaje importante para transferir a las nuevas generaciones. Vivimos y superamos crisis existenciales y entendimos que hay ciertas cosas del mundo que no están funcionando bien, pero aprendimos a sobrevivir junto a ellas. Llevamos, implícitamente, un “manual” que es importante ir entregando por capítulos a los niños. Todo tiene una explicación, y trabajar en buenas respuestas para ellos va forjando carácter, la dosis justa de realidad y la invitación permanente para HACER LO CORRECTO.
Damos ejemplo
Y a propósito de “LO CORRECTO”, nuestros hijos todo lo ven. Están muy pendientes de que lo que hacemos diga relación con lo que decimos. Son nuestra consciencia alternativa, desde afuera, y nos van a hacer las preguntas difíciles que necesitamos escuchar. Enseñamos ética con todas las acciones que ellos son capaces de ver. Si se nos ocurre bajar la ventanilla en un semáforo e insultar a otro conductor, o si nos metemos a la fuerza en un lugar de la fila que no nos corresponde… habrá que hacerse cargo de las consecuencias.
Comenzar desde nosotros mismos
Entendiendo que tuvimos la opción de escoger ser padres, bien vale preguntarse: ¿para qué trajimos hijos al mundo? Hay múltiples respuestas, ligadas a nuestras motivaciones personales. Pero hay razones: no tuvimos hijos para cumplir un designio profético, ni para cumplir con convenciones sociales (están casi por desaparecer). Tener claridad sobre el SENTIDO DE NUESTRA PATERNIDAD nos dará la energía que requerimos para cumplir el objetivo que, creo, la mayoría compartimos: que niñas y niños se conviertan en buenas personas. Y que desde esa lógica construyan su anhelada FELICIDAD.