La vitamina D es una biomolécula fundamental para múltiples procesos biológicos del cuerpo humano. Es sintetizada en la piel después de la exposición a radiación ultravioleta (UVB), y en menor medida, ingerida a través de alimentos.
Más de mil millones de personas en todo el mundo tienen deficiencia o insuficiencia de vitamina D. Esto causa enfermedades óseas como raquitismo en niños y osteomalacia en adultos. Incluso ha sido asociada con mayor riesgo de fracturas.
¿Por qué hay deficiencia?
Para el Dr. Arturo Borzutzky, académico de la Facultad de Medicina UC y participante del estudio, “el déficit de vitamina D se debe a la baja exposición solar en latitudes lejanas al Ecuador. También es denominada la epidemia del estilo de vida moderno, que reduce progresivamente las actividades al aire libre y promueve un uso abusivo de bloqueador solar”.
A esto se suma que los alimentos ricos en vitamina D como pescados grasos (salmón, sardina, atún, bacalao, jurel) no son parte de la dieta común. Según la Encuesta Nacional de Salud del Minsal, menos del 10% de nuestra población consume pescado en forma regular.
En opinión de la Dra. Catalina Le Roy, académica de la Facultad de Medicina UC y también autora del artículo, tenemos la oportunidad de aprender de experiencias aplicadas en países con baja radiación solar y que han optado por la fortificación de alimentos.
“Es importante aclarar que el adicionar esta vitamina no cambia la calidad ni el sabor del alimento empleado con vehículo de fortificación. Esto favorece su aceptación”, sostiene la docente.
Alimentos ideales
Carla Leiva, académica de la carrera de Nutrición y Dietética UC, explica que productos como leche, derivados lácteos y harinas de trigo son ideales para la fortificación.
“Como segundo vehículo planteamos la fortificación de harina de trigo, debido a su consumo masivo y general entre los chilenos sin diferencias por estrato socioeconómico, sexo y edad”, explica.
Según la OMS, las cifras de deficiencia de vitamina D en una población definida no debieran superar el 2.5% de esta. No obstante, Chile alcanza una de las tasas más altas con un 20%. Por esto, la fortificación alimentaria en nuestro país es imperativa y urgente.
«El uso de suplementos no es la mejor medida, pues es a largo plazo, requiere voluntad permanente y hábito de quien lo consume. Esto reduce su efectividad. La fortificación alimentaria, en cambio, ha sido la medida de salud pública de elección para combatir deficiencias nutricionales en la población. Finlandia fue pionera en implementarlo y los resultados fueron exitosos, pues erradicaron la deficiencia severa de vitamina D en su población», destaca.
Compromiso del Estado
Según Loreto Rojas, también académica de la carrera Nutrición y Dietética UC y co-autora de la publicación, necesitamos de la participación del Estado a través del Ministerio de Salud para modificar la reglamentación que rige a nuestra industria alimentaria.
«Disponemos del Reglamento Sanitario de los Alimentos, que regula los aspectos relacionados con los alimentos, desde su producción hasta la venta. En cuanto a la nueva regulación, el énfasis está en que sea una medida obligatoria y no voluntaria. Además, debe involucrar una campaña educativa que permita instalar en la población un mensaje acerca de los beneficios del consumo de vitamina D en la dieta a lo largo del ciclo de vida”, finaliza.
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