Una buena pataleta puede provocar desesperación para los padres, miradas de juicio de los espectadores, frustración (e intento de manipulación) del pequeño. En general, es un episodio que resulta agotador y molesto para todos los involucrados.

A pesar de que las pataletas son parte normal del desarrollo de los hijos no dejan de ser emocionalmente extenuantes. De ahí que los padres estén motivados a reducirlas lo más posible o, si se puede, eliminarlas por completo. La sicóloga Mónica Bulnes muestra algunos tips para manejarlas.