Carolina Pérez S.: «Ya se ha demostrado que el celular no es una herramienta educativa»
Han pasado varios años desde que los teléfonos móviles llegaron a nuestras vidas. Aunque su primera función fue comunicar mediante un llamado, con el tiempo se transformaron en cámaras de foto y video, relojes, despertadores, calculadoras, reproductores de audio y video, medidores de signos corporales y un sinfín de funciones más. Aunque las sociedades médicas recomendaban que los niños se mantuvieran alejados de las pantallas, eso estuvo lejos de cumplirse, ocasionando graves problemas a la salud mental por el abuso de redes sociales. Por otra parte, el mundo educacional miró con buenos ojos la irrupción de dispositivos dentro de las salas de clases como una “nueva forma de aprender” en el siglo XXI. Después de toda la experiencia vivida hasta el minuto vuelven a tomar posición predominante aquellas voces que —desde hace varios años— han alertado sobre el abuso de pantallas en la sociedad. Las consecuencias se han hecho evidentes de manera científica y el mundo está girando hacia mayores restricciones de uso en niños y adolescentes: luego de que los celulares entraran por la puerta ancha en los colegios, hoy se está legislando para sacarlos definitivamente. Conversamos de este tema con Carolina Pérez Stephens (@carolina_perez_stephens), educadora con máster en Harvard y una de las principales voces en Chile que ha alertado a padres y profesores sobre los peligros detrás del abuso de pantallas en niños. No paran de salir nuevos papers científicos y libros publicados, especialmente en relación con el paralelo que existe entre el uso de redes sociales y la salud mental infantil y adolescente. Por estas investigaciones muchos gobiernos de países desarrollados han tomado la decisión de prohibir por ley el uso de smartphones durante toda la jornada escolar. Ya se ha demostrado que el celular no es una herramienta educativa. He realizado muchísimas charlas presenciales en colegios de Chile y me encanta conversar con los profesores sobre su experiencia. Me impresiona que la mayoría de ellos están agotados con el tema del celular. Algunos los quitan y pasan malos ratos con sus alumnos o con sus padres, y otros me han dicho que prefieren hacerse “los locos”. La verdad es que el hecho de que los profesores estén “tirando la toalla” me parece de una gravedad absoluta. Por eso se necesita que los smartphones estén prohibidos para todos, incluso para los docentes durante toda la jornada escolar. Ha habido accidentes graves en los patios y los profesores que estaban supervisando ni se enteraron por estar chateando. Insisto, los smartphones no tienen nada útil que hacer en los colegios. El primer país en legislar por ley la prohibición de smartphones en los colegios fue Francia en el año 2018. Esta medida obviamente fue rechazada por la mayoría de los estudiantes, pero a los pocos meses ellos mismos decían: «Ahora jugamos en los recreos, cosa que no hacíamos cuando teníamos los teléfonos en nuestras manos». Por varios años Francia fue el único país en avanzar. Desde 2022 se han ido sumando otros tímidamente, pero a partir de 2023 muchos países vieron cómo caían los índices de aprendizaje de sus alumnos, como es el caso de Nueva Zelanda y Suecia. Además, vieron que esto tenía directa relación con el uso de smartphones en colegios. Entonces decidieron prohibirlos. Pero resulta increíble ver en España a grupos que defienden su uso de manera impactante. Llevo más de seis años hablando y enseñado sobre esto y siempre dejo muy en claro que yo no estoy en contra de la tecnología. Somos los adultos los que tenemos que saber qué tecnología, con qué fin y para qué edad. No es lo mismo escribir un cuento en Word que estar en el recreo pegados a las redes sociales. Los colegios del sur de Chile han sido pioneros en este tema. Desde antes de la pandemia me pedían charlas presenciales y al día siguiente decidían prohibir los teléfonos durante toda la jornada escolar. Un colegio valiente, que quiere ver a sus alumnos corriendo en el patio y concentrados aprendiendo en sus salas, tiene que atreverse a prohibirlos, ponerlo en su reglamento interno, explicarlo en reuniones de profesores y padres. No es tan difícil, pero hay que tener ganas de hacerse cargo. Lo que yo veo es que cada año Chile baja más en los rankings de educación internacionales. En la última prueba PISA quedamos en el lugar número 51, por debajo del promedio OECD. El problema es que se siguen invirtiendo recursos monetarios en llenar las salas de tablets y el 33% de los adolescentes chilenos ni siquiera alcanzó el nivel más bajo de comprensión lectora. ¿No será que estamos invirtiendo mal la plata? Suecia llenó de pantallas las salas de clases, pero al darse cuenta de que sus alumnos cada vez estaban aprendiendo menos, decidió sacar las pantallas e invertir en nuevas metodologías, libros y materiales concretos. Mineduc debiera estar liderando este debate, pero no lo veo muy convencido. El debate sobre el uso de celular en colegios ya está presente y Chile tendrá que abordarlo necesariamente en algún minuto. De hecho, a fines de 2023 un grupo de parlamentarios presentó un proyecto de ley para prohibir su uso al interior de establecimientos educativos de enseñanza preescolar, básica y media, durante clases y en descansos. La propuesta señala, además, que el Ministerio de Educación promoverá el uso responsable de la tecnología, en particular las vinculadas a la información, la comunicación y la conectividad digital, abordando los riesgos y perjuicios que suponen y asumiendo los aspectos positivos que apoyen en los avances educativos de los estudiantes. Pero la parte más incierta en este tema se da al interior de los hogares, donde cada familia define sus propias normas y costumbres y donde puede surgir fácilmente el abuso de pantallas: más de alguno habrá sido testigo de amigos o familiares con niños pequeños, incluso de dos años de edad, jugando con el celular; o de adolescentes ensimismados en sus pantallas o videojuegos sin saber qué pasa a su alrededor (a veces encerrados en sus piezas). Por ello, los padres tienen una gran tarea por delante: informarse y leer lo que dicen las voces expertas sin tomarlo a la ligera. ¿Se ha avanzado algo? Al parecer sí. Hay muchísima más conciencia, pero de mamás y papás de niños pequeños. Los padres de adolescentes, en general, “tiraron la esponja” y tienen que lidiar con hijos sin ganas de aprender y que están todo el día pegados a las redes sociales y videojuegos. Los papás con niños pequeños observan esta realidad y no la quieren para sus hijos. Se agrupan para no entregar pantallas y hacen presión en los colegios, cosa que hace seis años era imposible. Nosotros como adultos ya tenemos el cerebro desarrollado, especialmente la parte de la corteza prefrontal que permite la autorregulación. Si un adulto está todo el día mirando el teléfono se perderá de disfrutar la vida, pero no va a tener mayor daño en el cerebro. El daño se da en niños y adolescentes. Sin embargo, veo muchos adultos hipnotizados con su celular en restaurantes, y para que el niño no los moleste le pasan una tablet para que también esté hipnotizado. ¿Qué consecuencias tendrá esto? Solo el tiempo lo dirá. La gente que me pide o asiste a mis charlas sabe un poco a lo que va. En general, son familias que no pasan pantallas a sus hijos y van a aprender más o a reafirmar lo que ya saben. Me encantaría hacerle una charla a la gente que vende apps educativas o que promueve el celular en los colegios, pero salen corriendo (ríe). Las grandes dudas que tienen los papás es con respecto a qué tecnologías usar y a qué edades. La información empodera. Hay que quitarle el susto a la palabra aburrimiento. El aburrimiento es la materia prima para desarrollar la creatividad, pero eso implica desorden, suciedad, ruido y más desorden. Muchos adultos no quieren eso en sus casas y por eso le pasan pantallas a sus hijos. Los niños por naturaleza son movedizos y ruidosos, ya que así van comprendiendo el mundo, experimentando y equivocándose, pero necesitan tiempo y espacio. No necesitan juguetes caros, necesitan materiales de desecho, tizas, lápices y un adulto que los mire con cariño y les enseñe. Para mí el daño más grande que producen las pantallas en niños y adolescentes es que les quita el brillo en los ojos. Si a un niño le brillan los ojos lo ves correr, conversar, buscar insectos, sonreír, buscar amigos y tiene ganas de aprender cosas nuevas, o sea, es un niño común y silvestre. Si a un niño le pasas un smartphone o tablet es tanto el placer que le genera que cualquier otra actividad se transforma en aburrimiento. Con los adolescentes es peor, ya que muchos psiquiatras hablan de una pandemia de anhedonia, es decir, nada les da placer, solo sus pantallas. ¿Qué futuro académico, laboral y familiar podrá tener una persona que solo le da placer estar mirando su celular? Nunca pensé que viviría las aventuras distópicas que leí en los libros de George Orwell y Aldous Huxley cuando era pequeña. Pero no sacamos nada con llorar: hay que llorar, lavarse la cara, tomar un vaso de agua y ponerse en acción. El mayor signo de alarma es ver que tu hijo ya no disfruta de las cosas que antes lo hacían feliz. Si un niño prefiere quedarse jugando videojuegos o con el celular en vez de ir a la plaza a jugar con amigos, hay que preocuparse. Ojalá seamos capaces de entender que los niños necesitan naturaleza, juego libre y no estructurado, necesitan amigos de carne y hueso, necesitan aburrirse, hacer deporte, manualidades y todas las actividades que hemos realizado los seres humanos desde tiempos inmemoriales.
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Las personas controlan varios aspectos de su vida cotidiana a través del celular, simplificando tareas y ahorrando tiempo. Sin embargo, también ha provocado un grado de dependencia y adicción en parte de la población. El celular pasó a ser una extensión de la mano, que —sin control— es capaz de generar trastornos desconocidos como la nomofobia (ansiedad por ausencia del móvil), fomo (obsesión a perderse algo), vibranxiaety (sensación de vibración fantasma), phubbing (uso enfermizo del móvil en situaciones sociales) o insomnio tecnológico (usar móvil antes de dormir), entre otras cosas.
Carolina, ¿cómo ha avanzado la evidencia científica relacionada con el abuso de pantallas en niños?
¿Cuáles son los problemas que se han visto en colegios?
¿Qué países fueron los primeros en tomar medidas respecto al uso de celular en colegios?
¿Cómo observas el tema en Chile? ¿Crees que pueda implementarse?
Frente al debate hay quienes dicen que a nivel educativo se deberían buscar otras estrategias y no la prohibición. ¿Cuál es tu visión al respecto?
¿Cómo andamos por casa?
Carolina, ¿crees que existe más conciencia en los padres acerca del abuso de pantallas en niños?
¿Cómo ves a los padres o adultos respecto a su propia dependencia de las pantallas?
¿Cómo ha sido tu experiencia en las conferencias con padres?
¿Qué estrategia se puede implementar en casa para luchar con el abuso de pantallas?
Con los datos de ayer y hoy, ¿qué podrías contarnos acerca del daño por celular y otras pantallas?
¿Qué signos de alarma pueden alertar a los padres para tomar cartas en el asunto?