Cómo lidiar con el aburrimiento de los hijos
“Mi hijo se aburre muy fácil”. “Tengo que entretenerlo todo el tiempo”. Estos son algunos comentarios que escucho casi a diario en las asesorías que doy a los padres cuando se ven enfrentados al aburrimiento de sus hijos.
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Yo también me vi así. Y todavía hay veces en que me veo así. Pero hace más de un año leí una frase (no recuerdo dónde ni de quién) que decía: “La monotonía regala a la mente la posibilidad de oxigenarse, de soñar y construir. Crea un escenario perfecto para aprender a vivir de forma más relajada, facilitando la concentración y la paciencia”. La frase me marcó y pensé: ¡es justo lo que yo quiero para mis hijos! Entonces, ¿por qué le tengo tanto miedo al aburrimiento o me estresa tanto que “se aburran”? Es agotador escuchar muchas veces en un día: “Mamá, estoy aburrido” o tener que estar cambiando constantemente de actividad e inventando panoramas. Por ello, desde ese momento, he implementado algunas estrategias que le permitan a mis hijos pasar de “estar aburridos” a tener un sano tiempo de ocio. Lo primero es NO tenerle miedo al aburrimiento, sino que abordarlo como una oportunidad para que los niños se oxigenen, sueñen, construyan, se concentren, trabajen la paciencia, etc. JAMÁS interrumpir un momento de juego. A las mamás nos encanta que nuestros hijos “jueguen solos”, pero el problema es que cuando lo están haciendo solemos interrumpirlos: les sacamos una foto pidiéndoles que nos miren o sonrían, damos alguna instrucción (“Mira, con esto se juega así” o “Deja todo ordenado después”), hacemos preguntas o comentarios innecesarios (“¿Te gusta mucho ese juego” o “Ay, qué lindo cómo juegas”), etc. Cuando un niño está jugando, toda su imaginación y concentración están en eso. Al interrumpirlos los sacamos de ese mundo, haciéndoles cada vez más difícil mantener momentos prolongados de juego independiente. Ofrecer un juguete a la vez y alargar al máximo esa actividad. Por ejemplo: les ofrecemos una pelota. Primero pueden jugar a patearla; cuando se aburren, enseñarles cómo dar botes a la pelota; luego a encestarla en un aro, etc. Por supuesto que las actividades dependerán de la edad e intereses del niño, pero si los adultos somos creativos podremos darle más de un uso a un mismo juego. Esta estrategia, al principio, requiere de nuestro acompañamiento, pero de a poco ellos lo van logrando por sí mismos. Preguntarles: “¿A qué quieres jugar?, ¿qué te gustaría hacer?”, obligándolos a ellos mismos a pensar qué les produce placer hacer. Esta técnica, con niños más pequeños, puede hacerse ofreciéndoles dos o tres juegos y que ellos elijan. Evitar juegos con pilas o de respuesta al estímulo, ya que estos acostumbran a los niños a esperar respuestas o interacciones inmediatas con un juguete, privándolo de desarrollar su propia imaginación para jugar de forma libre. Por lo general, mientras más simple sea un juego más funcionalidades tiene y, por lo tanto, puede mantener aún más la atención de un niño si es que lo ejercitamos. Esas son estrategias que a nosotros nos han servido como familia. A veces funcionan mejor, otras veces no tanto. No son magia ni una fórmula mágica. Implican constancia, y creo que solo funcionan si nuestros hijos saben que, además de estos momentos de juego independiente, tendrán también instancias con mamá y papá, momentos en familia que se aprovechan y regalonean al máximo, y donde nosotros, los padres, mostramos un interés real por lo que el niño dice y hace. No hay nada más valioso para un niño que saberse y sentirse visto por sus figuras de apego. Por: Jacinta Concha, profesora con magíster en educación y en orientación y mediación familiar. Fundadora de la comunidad @maternidadyfamilia
Creo que casi todas las que somos mamás hemos estado envueltas en esa dinámica de dar de comer, hacer dormir y entretener a los niños, abrumándonos porque no nos queda ni un segundo para nosotras. En medio de este torbellino de exigencias, un poco desesperadas, recurrimos a lo que sea con tal de tener un minuto “de paz”: sacamos todos los juguetes que encontramos, compramos la última novedad creyendo que con eso sí se van a entretener y muchas veces terminamos prendiendo el televisor para que se queden tranquilos.
Estrategia 1
Estrategia 2
Estrategia 3
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Estrategia 5