En condiciones normales, la gestación humana se considera madura cuando el niño ha alcanzado las 37 semanas de vida intrauterina. Cuando el nacimiento se produce después de las 24 semanas y antes de las 37 semanas se está en presencia de un recién nacido prematuro.

Cuanto menos edad gestacional tenga el niño, mayores pueden ser sus problemas y requerirá de más apoyo. Constituyen un grupo de mayor riesgo los niños prematuros menores de 32 semanas de vida intrauterina que, afortunadamente, representan un bajo porcentaje de los casos.

La exposición a una vida extrauterina, para la cual no se encuentran preparados, puede ocasionarles múltiples problemas, como alteraciones en la regulación térmica, dificultades en la nutrición, problemas respiratorios por inmadurez del pulmón,  displasia broncopulmonar, defensas disminuidas frente a infecciones, enterocolitis necrotizante, trastornos auditivos (sordera), visuales (retinopatía), problemas renales, hepáticos, sanguíneos y neurológicos. Es decir, el recién nacido (RN) se ve afectado en forma global.

Dependiendo del grado de compromiso, existen tratamientos efectivos que incluyen desde las tradicionales incubadoras, para ayudar en la regulación de la temperatura, hasta sofisticados equipos de respiración mecánica, alimentación por vía venosa y uso de sustancias artificiales (surfactantes), las que al ser introducidas en el pulmón del recién nacido disminuyen en forma importante la enfermedad respiratoria por inmadurez.

Sin embargo, la mejor manera de mejorar el pronóstico de un prematuro, en forma categórica, es la aplicación oportuna de corticoides antenatales a la madre. Éstos tienen como función estimular en los alvéolos del pulmón del feto la producción de surfactante natural o endógeno y, con ello, madurar la función del pulmón. Los corticoides también disminuyen otras patologías como la hemorragia intracraneana.

Para obtener los mejores resultados posibles en la atención de un RN prematuro, se deberá tener especial cuidado en el momento y la vía del parto, a fin de disminuir el riesgo de asfixia al mínimo, pues esto complicaría en forma importante el pronóstico.

El desarrollo tecnológico y el trabajo en equipos multidisciplinarios, con respaldo de programas nacionales, está permitiendo que un gran número de niños prematuros sobreviva y que lo haga en buenas condiciones. Hace 20 años, el nacimiento de un niño de 26 semanas de gestación no tenía posibilidad alguna de sobrevida. Hoy, en cambio, esas posibilidades aumentan alrededor del 50%.

 

Contacto con los padres

El hecho que el recién nacido deba, por su condición de prematuro, permanecer largos períodos hospitalizados, no debe interferir en la creación de lazos con sus padres. Para esto se necesita estimular la visita y el contacto físico, logrando con ello ventajas en el corto y largo plazo, con un acortamiento del tiempo de hospitalización y con la dedicación de los padres en los cuidados futuros después del alta.

La mayoría de los recién nacidos se encuentra en condiciones de ser enviado a su casa con un peso de 2000 a 2500 gramos, e idealmente alimentándose directamente por succión del pecho materno por sus beneficios nutritivos, psicológicos e inmunológicos. Normalmente, se les administra hierro y vitamina D en forma de suplemento, para prevenir anemias y trastornos de la osificación de sus huesitos. Cuando la alimentación materna no sea posible, se utilizarán fórmulas especiales para prematuros.

En la evaluación del peso y talla de los niños prematuros, se deberá tener presente el tiempo que le faltó en su vida intrauterina. De este modo, se habla de una edad cronológica, que corresponde al tiempo después del nacimiento, y de una edad corregida, que corresponde a la edad cronológica menos el tiempo que quedó pendiente de vida dentro del útero. Entonces, un niño que nace a las 32 semanas de gestación, a los dos meses de vida tendrá una edad cronológica de dos meses, pero una edad corregida menor en ocho semanas, si quiere compararse con un niño nacido a término (40 semanas de gestación). Lo anterior resulta de suma importancia al momento de evaluar el crecimiento de un RN prematuro y comparar con tablas de crecimiento de niños de término.

Todo recién nacido con peso inferior a 1500 gramos o que ha necesitado de cuidados Intensivos, debe entrar en un programa de seguimiento, con controles regulares. En ellos, se guiará a los padres en el cuidado y estimulación de su hijo, se evaluará al niño en busca de patologías asociadas a su condición de prematuro, en especial, displasia broncopulmonar, retinopatía del prematuro, alteraciones motoras y neurosensoriales, y sordera. Además, cuando corresponda, se iniciará la rehabilitación neurológica de una gran gama de dificultades que va desde déficit atencional (que es de regla en prematuros menores de 1000 gramos), hasta secuelas más graves que afectan a una décima parte de este mismo grupo.

El nacimiento de un recién nacido prematuro constituye un desafío para los padres, que se enfrentan a una realidad que los pone a prueba en la entrega de un apoyo incondicional, colocando todas sus energías en la recuperación de su hijo, postergándose en lo personal y en la vida de pareja. Para el equipo de profesionales, en tanto, es una oportunidad de entregar lo mejor de ellos en pos de la recuperación de tan valiosa vida, y minimizar, o eliminar si fuese posible, todo tipo de secuelas. Para la sociedad representa el más alto valor ético en cuanto se trata de recuperar la salud de un ser humano indefenso y sin capacidad de tomar decisiones propias.

 

Por: Dr. Kurt Kirsten Leopold, Jefe de Servicio de Neonatología Hospital Militar de Santiago.