Basta prender el televisor para darse cuenta que la sociedad chilena cambió. Y aunque algunos digan que es culpa de los medios por privilegiar ese tipo de noticias, lo cierto es que las cifras de ciertas instituciones relacionadas con la seguridad hablan de un aumento de ciertos delitos.

Resulta difícil no traspasar este temor a los hijos, si muchas veces ellos mismos terminan siendo protagonistas del asalto a la casa o el robo del auto. Hemos visto imágenes grabadas con esta lamentable situación. ¿Qué debemos hacer como papás? ¿Qué conversaciones debemos tener con nuestros hijos? ¿Cómo podemos prepararlos para una sociedad que se ha vuelto más insegura?

Conversamos con la sicóloga Mónica Bulnes para encontrar algunas respuestas que pueden servir a muchas familias que hoy viven presas del miedo.

¿Cómo definimos que el mundo actual es inseguro para nuestros hijos?

En el mundo han existido peligros para los niños desde el inicio de la humanidad. Éstos han variado dependiendo de la época, lugar, circunstancias de vida y hasta edad del pequeño. Son múltiples los peligros que ocurren en la actualidad y se derivan de condiciones específicas, entre las que se encuentran:

  • Los avances tecnológicos (por ejemplo, la manera en que “los depredadores” buscan a sus víctimas a través de las redes sociales).
  • El crecimiento de los centros urbanos (teniendo “efecto secundario”, por ejemplo, que los padres usen más tiempo para transportarse hacia y desde el trabajo, debiendo dejar a los hijos más tiempo solos o al cuidado de otros).
  • Situación económico-político-social de un país que determina, entre otras cosas, los índices de delincuencia del mismo.
¿Cuál es la edad más compleja en materia de inseguridad?

Cada edad tiene sus propios peligros. Un niño, un adolescente o un joven adulto será más vulnerable no tanto por la edad que tiene, sino por las herramientas que la formación de sus padres le ha dado para cuidarse.

Un niño pequeño estará acompañado de sus padres y/o cuidadores todo el tiempo, quienes poco a poco establecen límites, son consistentes con la disciplina, mantienen una relación estrecha con él, etc., y así le van enseñando criterios adecuados de auto-cuidado e independencia que le permitirán moverse con la mayor seguridad posible, hasta convertirse en un adulto capaz de manejarse adecuadamente en el mundo de hoy.

Fallas, descuidos o ausencias en este proceso, aunado a circunstancias externas —vivir en un barrio peligroso, por ejemplo— dejarán desvalido al niño y aumentará la probabilidad de sufrir una experiencia desagradable.

Así que puedo concluir que, más que centrarnos en una edad que pudiera ser más compleja que otra, lo importante es mantenerse atenta para hacer el mejor trabajo posible como padre o madre de familia, para preparar a los hijos para la vida, con los riesgos inherentes a cada etapa de su desarrollo.

¿Cuál es el mensaje que debemos dar sin generarles ansiedad ni sobreproteger?

Desde la primera infancia debemos transmitirles la confianza que tenemos en sus capacidades, dejándolos tomar “riesgos controlados”. Por ejemplo, desde los 5-6 años y bajo tu mirada vigilante, puedes pedirle que vaya a preguntar algo en una tienda. Las conversaciones sobre los cuidados que tienen que considerar con extraños, con familiares, dentro y fuera de casa, deben ocurrir desde las más tiernas edades. De esta manera, mientras fortaleces su carácter dándole responsabilidades y tu voto de confianza, le das la información que necesita para no correr peligros innecesarios.

Por otro lado, el sentirse preparados les dará a los hijos mayor confianza y seguridad de sus alrededores y de los imprevistos que pueden encontrar. Es por eso que las conversaciones, simulacros, etc. del antes (aprendiendo a detectar ambientes peligrosos), durante (cuando están siendo víctimas de un crimen) y después (qué hacer posteriormente a ocurrido el evento) son fundamentales en la formación de los hijos.

La adolescencia es una edad en que se sienten inmortales. ¿Cómo explicarles que a pesar de esa sensación de seguridad existen peligros reales?

Algunos de estos jóvenes han vivido en carne propia algún evento que los hace conscientes de los peligros actuales. Otros lo han escuchado de parientes o amigos, desafortunadamente. Sin embargo, esto tiene la ventaja de hacerlos más receptivos a los consejos y lineamientos de sus padres. Aunque hay gran número de jóvenes que creen que lo malo le sucederá a otros y no a ellos, y por lo tanto, les molestan las conversaciones sobre seguridad y les irritan aún más las restricciones por esta causa. Papás y mamás: no hagan caso a quejas y expresiones de hartazgo. Sigan hablando de seguridad y sigan poniendo los límites que consideren adecuados de acuerdo a la edad de sus hijos, porque su trabajo es velar por su bienestar físico, emocional y sicológico.

¿Qué recomendaciones les podemos dar para evitar ser víctima de un asalto cuando están fuera de casa?

Afortunadamente, todas las comunas dan información (fácilmente encontrada en Internet) sobre algunas de las precauciones que se deben tener al estar fuera de casa, pero no debemos dejar en la municipalidad,  Carabineros o cualquier otra institución la responsabilidad de preparar a los hijos mucho tiempo antes de su primera salida de la casa.

Las conversaciones, los límites y los “simulacros” son nuestra mejor arma. Hablar con los hijos sobre lugares y horarios seguros, no dejarlos ir donde sabes que corren un riesgo innecesario y decirles a quién llamar, adónde ir y qué hacer si están en peligro, son las estrategias básicas para ayudar a los hijos a manejarse con más seguridad fuera de casa.

A veces los papás nos quedamos tranquilos cuando hablamos con los hijos sobre temas de seguridad. Otras veces, en cuanto empezamos a decirles cómo manejar una situación determinada, los hijos interrumpen la conversación diciendo “¡Ya lo sé, mamá!”, “¡No soy tonto! Sé perfecto lo que tengo que hacer”, u otras expresiones por el estilo.

Tres consideraciones importantes

Sobre esto, existen tres consideraciones importantes:

REPETICIÓN PERIÓDICA:

Con temas importantes, una sola conversación no es suficiente. La repetición ayudará a que retengan mejor la información y les servirá para analizar diferentes escenarios y novedades que puedan haber ocurrido después de su última plática. No lo hablen con tanta frecuencia que los sature y ya no quieran escucharte, pero tampoco pongas tu confianza en una sola conversación.

APROVECHA LA OPORTUNIDAD:

Los hijos dirán que ya saben algo si creen que de esa manera evitarán una conversación que les parece aburrida, a pesar de que en realidad no sepan nada del tema o tengan muy incompleta la información. Aunque efectivamente compruebes que tienen todo claro, no dejes que te interrumpan. Termina de proporcionar todo dato que consideres relevante.

SIMULACROS:

Repetir lo que hay que hacer en caso de diferentes emergencias: robos, asaltos, incendios, etc. ayuda a poner esa información en una parte del cerebro que permitirá que actuemos automáticamente en momento de peligro. Por ejemplo, actuar llamadas telefónicas fraudulentas en donde tú interpretas el papel de quien intenta engañar a tu hijo le ayudará a entender con mayor claridad lo que estos criminales pretenden hacer con lo que dicen, y estará más capacitado para manejar adecuadamente una situación similar si se le presenta.

Lista de factores protectores

  • Estrecha relación con los padres.
  • Buena comunicación con los papás y hermanos.
  • Información básica de emergencia conocida por todos los miembros de la familia.
  • Números de teléfono de diferentes miembros adultos de la familia en el celular y en un lugar visible y de fácil acceso en la casa.
  • Números de emergencia (Carabineros, Bomberos y ambulancia) en celulares y en un lugar visible y de fácil acceso en la casa.
  • Red de buenos amigos (nombres y teléfonos conocidos para los padres).
  • Punto de reunión preestablecido en un mall, en caso de un desastre natural cuando el hijo está fuera de la casa y no puede llegar a ella de regreso.