Mitos y verdades sobre los antibióticos
Estos medicamentos a menudo suelen considerarse como una cura infalible para casi cualquier malestar o enfermedad. Lo cierto es que su función es una sola: combatir por diferentes mecanismos infecciones causadas por bacterias.
A continuación, la doctora en ciencias químicas Verónica Romero, académica de la Escuela de Química y Farmacia de la U. Andrés Bello, detalla los mitos y las verdades que se conocen sobre estos fármacos: Es sin duda uno de los mitos más grandes y una creencia muy arraigada. El resfrío y la gripe son de origen viral por lo cual los antibióticos no son efectivos en tratarlos, ya que estos medicamentos solo matan bacterias. Las enfermedades virales como las mencionadas son autolimitadas, es decir, tienen un inicio y un fin por lo cual lo más recomendable es hacer reposo, hidratarse muy bien y tomar un antitérmico como el paracetamol si aparece fiebre. Y por supuesto realizar una consulta médica ante cualquier inquietud. No está justificado usar un antibiótico de amplio espectro para curar infecciones leves. Usar algo muy fuerte casi siempre es un error si no se ha indicado que sea necesario. Esto puede contribuir al desarrollo de bacterias cada vez más resistentes para las que luego no exista tratamiento. Actualmente, hay alerta mundial al respecto y estos microorganismos se denominan superbacterias. Ante una infección lo correcto es realizar un cultivo y luego un antibiograma para conocer en primera instancia cuál es el microorganismo causante de la enfermedad y luego cuál antibiótico es el adecuado para tratar la infección. [irp posts=»2381″ name=»¿Sirve consumir Vitamina C para prevenir los resfríos?»] Si los tomamos a menudo se provoca una selección natural de bacterias que cada vez se hacen más resistentes, por lo que cada vez se necesitan medicamentos más potentes para combatir las infecciones. Se trata, además, de un problema que afecta a la salud pública, ya que estas cepas que se hacen resistentes son las que acaban por predominar en los procesos infecciosos que afectan a la población, sobre todo en el ámbito hospitalario. Por esta razón, entre otras, muchos antibióticos han dejado de ser eficaces. Por tanto, es importante no automedicarse más allá del tiempo indicado por el médico y ante una nueva infección recurrir nuevamente con un profesional médico que pueda examinarnos y prescribir el tratamiento más adecuado. La fiebre es un sistema de alerta de nuestro cuerpo y como tal pone a funcionar el sistema inmune ante una posible amenaza. Puede originarse por muchos factores. Por eso es un error tomar antibióticos como primera medida sin conocer el motivo de la fiebre. Solo cuando está asociada a una infección causada por bacterias es que un antibiótico va a ser útil en tratar el proceso infeccioso y, por consiguiente, ayudar a bajar la fiebre. Lo aconsejable en caso de fiebre es tomar un antitérmico como el paracetamol y si ésta persiste consultar al médico para saber qué está ocurriendo. El intestino está poblado de bacterias que componen la flora intestinal. Los antibióticos no solo destruyen las bacterias patógenas (las que producen enfermedades), sino que también afectan a las que componen nuestra flora. Una vez que se suspende el tratamiento con ellos, la mayoría de las veces la situación se revierte y se recupera una flora similar a la previa. Pero a veces el proceso de reconstitución demora mucho tiempo y/o se han administrado tratamientos prolongados con antibióticos. Esto puede provocar diarrea y también puede favorecer el desarrollo de otras bacterias que no son constituyentes de la flora. En la mucosa vaginal u oral pueden sucederse infecciones por hongos como las candidiasis. En estos casos es recomendable tomar luego del tratamiento antibiótico un probiótico que ayude a reconstituir la flora bacteriana propia del cuerpo. Es muy común escuchar que debido al tratamiento antibiótico las personas se sienten con menos energía y más cansadas. No obstante, no hay ningún estudio que demuestre que este efecto es a causa del tratamiento. El cansancio en la mayoría de los casos se debe a la misma enfermedad infecciosa y no a su tratamiento. Los antibióticos son, la mayoría de las veces, igual de eficaces por vía oral que intravenosa, y con menos efectos secundarios. Es muy importante seguir la dosificación indicada por nuestro médico, sin olvidar ninguna toma y respetando los horarios pautados. [irp posts=»2521″ name=»¿Tu hijo está siempre resfriado?»] No todos los antibióticos interaccionan con el alcohol. No obstante, no hay que tomar alcohol sin asegurarnos de que no existe incompatibilidad, ya que algunos antibióticos pueden interaccionar con él de diferentes maneras, disminuyendo su acción y eficacia. Otros pueden generar efectos no deseados como náuseas y vómitos, descenso de tensión arterial, palpitaciones y compromiso respiratorio, entre otros.
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1.- “Son el mejor tratamiento para el resfriado y la gripe”: Falso.
2.- “Cuanto más potentes, mejor”: Falso.
3.- “Dejan de ser eficaces con el uso continuado”: Verdadero.
4.- “Son el mejor tratamiento para la fiebre”: Falso.
5.- “Dañan la flora del estómago”: Verdadero.
6.- “Producen cansancio”: Falso.
7.- “Los inyectables son mucho más eficaces que los que se toman por vía oral”: Falso.
8.- “Interaccionan con el alcohol»: Falso.