Las heridas del bullying
Hay quienes piensan en el bullying como algo ajeno a su mundo. Lo asocian solo a situaciones de acoso extremo, con daño físico incluido, y suponen que sus hijos se mueven entre pares confiables, con familias “normales y parecidas a uno” y que los abusadores son “otro tipo de gente”. ¡Nada más lejos de la realidad! El bullying puede aparecer en cualquier colegio, en cualquier curso, en cualquier comunidad, entre amigos o vecinos incluso. Y es que no se necesita que un niño llegue con un “ojo en tinta” para presenciarlo: el acoso puede partir desde algo pequeño, un comentario desafortunado, un apodo o una broma cómplice entre compañeros que va creciendo en el tiempo. Como padres debemos estar muy atentos a nuestros hijos, tanto para prevenir que sean víctimas de acoso, causantes o cómplices silenciosos. Observar sus palabras y sus actos, conocer a quienes los rodean y enseñar valores de convivencia positiva son acciones imprescindibles para los tiempos que corren. Conversamos con Luis Pino, director de la carrera Psicología Universidad de Las Américas (UDLA), para hallar respuesta a ciertas preguntas importantes sobre este tema. El grueso de los antecedentes está desde sexto básico hasta la enseñanza media, correspondiente a niños y niñas entre 12 y 15 años mayoritariamente. Esto coincide con momentos de cambios sustantivos en la trayectoria vital: preadolescencia, adolescencia y juventud. Esta etapa incorpora cambios en el desarrollo psicológico, social y endocrino, distinguiéndose un desarrollo emocional, pero también elementos identitarios, que a veces coinciden con la cultura de la violencia o la ley del más fuerte. Muchas veces se produce una suerte de entrenamiento o expresión de una cultura superior que es violenta. Asimismo, espacios educativos muy disciplinados implican a veces conductas excluyentes e intolerantes de la diversidad, siendo también un caldo de cultivo para la violencia escolar. Hoy hemos crecido como sociedad, y los comentarios interpersonales respecto a la apariencia, condición o aspecto son considerados violentos cuando la intencionalidad es denostar y dañar a otra persona. A eso debemos estar atentos, siendo muy importante atender el sentir de la víctima. Es decir, si alguien se siente incómodo por apreciaciones de un tercero, estas apreciaciones no corresponden. Hay que hacer notar que el bullying puede ser sicológico, físico, sexual, xenofóbico, cyber-bullying, relacional, etc. En definitiva, tiene variedad de formas, porque los victimarios buscan cualquier estrategia para ejercer poder sobre terceras personas. Esta es una circunstancia compleja, ya que los amigos cumplen muchas funciones: afectivas, lúdicas, identitarias, etc. Por ello, lo primero es escuchar y no juzgar a las amistades. También aprovechar de instalar el concepto de amistad saludable, cuando realmente las personas son amigos y no relaciones abusivas o interesadas. Podemos hablar de comportamientos negativos en las relaciones interpersonales y buscar información (o ayuda) para entrenar la asertividad como estrategia para poner límites a conductas inapropiadas. Por lo general son niños que ante los ojos de los maltratadores se ven vulnerables, distintos y eventualmente no se pueden defender. Muchas veces, aquellos más introvertidos o tímidos son más atractivos para los victimarios. Un objetivo esencial de los victimarios es anular, para que la persona no se pueda defender o para generar una relación de dependencia. También podemos encontrar víctimas de bullying entre estudiantes destacados, ya sea por sus notas o su popularidad, o aquellos que tienen bajo rendimiento y son impopulares. Son consecuencias bastante amplias y dependen de la característica del maltrato. Podemos encontrar vergüenza y conductas evitativas al espacio del colegio o actividades propias del colegio. Pero lo que más se puede dar son altos niveles de estrés y ansiedad. Sin duda, la frecuencia de esto afecta la autoestima, frente a la sensación o creencia de que no se puede hacer nada frente al maltratador. También se produce sensación de desesperanza y soledad, la que muchas veces puede generar sintomatología depresiva o depresión. Podemos ver en el niño cierto retraimiento o aislamiento social y cambio brusco de ánimo e irritabilidad en los espacios donde no está el maltratador, por ejemplo, mostrarse irritable con la familia o con quienes lo protegen. Otro elemento es la disminución del rendimiento académico o simplemente deseos de no asistir a clases. Entre los síntomas físicos se observan trastornos del sueño, taquicardias, trastornos digestivos, en algunos casos enuresis o encopresis y disminución del apetito. Lo primero es tener conciencia de que la familia y la crianza ofrecen espacios seguros, y a partir de ello, escuchar, contener y acompañar. Usar estrategias afectivas para indagar qué es lo que está ocurriendo y qué está experimentando la víctima, enseñar estrategias para poner límites, para identificar situaciones agresivas, propiciando la habilidad de alejarse de esas situaciones. Y por sobre todo enseñar a confiar en los adultos y en las autoridades para pedir ayuda. Realizar alianzas con el colegio que impliquen la aplicación de protocolos de convivencia escolar. En 2023, la Superintendencia de Educación dio cuenta de 4.502 denuncias por maltrato entre estudiantes. Y es que, a diferencia de generaciones pasadas donde solían normalizarse estas situaciones como “cosa de niños”, hoy el tema se pone sobre la mesa y los colegios mantienen protocolos activos. Pese a ello, no hemos logrado derrocar al cien por ciento la ocurrencia de conductas abusivas que, lamentablemente, pueden dejar secuelas en el tiempo. El experto de UDLA señala que si una persona fue víctima de bullying en la niñez o adolescencia, y no recibió un acompañamiento psicológico apropiado, o contención y comprensión familiar respecto a lo vivido, podría tener efectos significativas en su vida adulta. ¿Cuáles? “Lo primero que puede darse es una cronicidad de estrés y ansiedad, pero en ocasiones podemos encontrar depresión o incluso ideación suicida. A más largo plazo genera inseguridad, autocrítica excesiva frente a situaciones de autoexigencia, desconfianza en las personas y dificultades para mantener relaciones de amistad. Algunos estudios describen trastorno de estrés postraumático, abuso de sustancias y algunas enfermedades”, explica el psicólogo. Sin duda, la desconfianza hacia situaciones grupales y relaciones interpersonales es una forma de resentimiento. Pero también puede producirse un resentimiento directo a la o las personas que realizaban el maltrato, además de rechazo a personas similares. Si la persona no ha tenido un acompañamiento apropiado respecto a la situación de maltrato, y esto es vivido como un trastorno de estrés postraumático, podemos encontrar abuso de sustancias. Si la situación de maltrato implicó una atrofia en poder gestar amistades, desarrollar la participación y la aceptación grupal, podrían ser personas atractivas para líderes abusadores de sectas o grupos espirituales que solo desean abusar de las personas. Esto quiere decir que el bullying puede afectar el desarrollo de las habilidades sociales y la baja capacidad de comprender e identificar grupos sectarios. Sin duda la terapia psicológica es un apoyo sustantivo para trabajar situaciones violentas, ya sea cuando el niño lo está viviendo o para trabajar las secuelas en la etapa adulta. El bullying no tiene tratamiento, porque no es un trastorno, solo se trabaja con estrategias preventivas e intervenciones en la dinámica escolar, propiciando relaciones interpersonales sanas, centradas en el diálogo y la escucha. Por otro lado, la terapia es una muy buena herramienta para trabajar con las víctimas, ya que brinda apoyo emocional y tratamiento si es que hay un trastorno de estrés postraumático u otras problemáticas. Las amistades, la pareja y la familia son el sostén esencial para dejar atrás estas situaciones traumáticas. Por ello, acompañar para entender, aceptar y no juzgar la experiencia que tiene cada uno es muy importante. Por ejemplo, dando espacio para el relato y la expresión de la significación de esa situación, así como acompañando y reforzando las experiencias positivas de la persona con el objetivo de potenciar la autoestima y la seguridad. De acuerdo con información publicada por la Fiscalía de Chile, estos son algunos tipos de bullying a los que debemos prestar atención:
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Hoy el bullying está más cerca de lo que creemos y es capaz de dejar secuelas importantes en ese niño, joven y adulto en desarrollo. De hecho, una serie de ficción chilena abordó recientemente el tema a través de un grupo de excompañeros reunidos veinticinco años después de salir del colegio.
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Cicatrices que perduran
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