Los Trastornos de la Conducta Alimentaria se caracterizan por un miedo intenso a subir de peso o engordar y gran preocupación por el control de peso y comida, que lleva a alteraciones en la conducta alimentaria, variación en el consumo de alimentos y mala relación con la comida que causa un deterioro significativo de la salud física y funcionamiento psicosocial.
Tipos
Dentro de los TCA se encuentra la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, el trastorno por atracón y otros trastornos de la conducta alimentaria no específicos. Sin embargo, en la práctica profesional se han reconocido otras patologías, tales como vigorexia, ortorexia, los cuales presentan sintomatologías que van desde aspectos físicos como la amenorrea; aspectos conductuales, como realizar dietas continuas, excesivo ejercicio y conductas compensatorias dañinas como la utilización de vómitos, laxantes, diuréticos y ayunos.
Resulta necesario recordar que los TCA se han convertido en la primera causa de mortalidad por enfermedad mental en la adolescencia y la tercera enfermedad crónica en este grupo etario. “Todos en cierta medida somos víctimas de la cultura de la dieta, que es la preocupación por la delgadez y el miedo al sobrepeso, y esto de calificar los alimentos como buenos y malos. Pero es un trastorno de salud mental cuando empieza afectar el funcionamiento en varias áreas y de forma sostenida en el tiempo, cuando me impide salir, disfrutar o compartir con seres queridos. Ahí pasa a ser un trastorno psicológico”, agrega la especialista.
Factores que influyen
Algunos de los gatillantes más comunes son el hacer una dieta y la preocupación excesiva por la apariencia dentro del entorno cercano, las conversaciones negativas relacionadas con el cuerpo y, por ende, la insatisfacción corporal.
“Los TCA son enfermedades de salud mental donde la causa se debe a múltiples factores, pero el núcleo central es cuando la autoestima y la sensación de validez está en la imagen, pues hay una sobreevaluación. Los pensamientos ocupan mucho espacio mental en la figura, el peso y un miedo muy alto a engordar”, agrega.
Según el Manual de Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos de Psiquiatría, durante la pandemia los TCA aumentaron en un 30%. Por su parte, la Organización Mundial de la Salud ha ubicado a los TCA entre las enfermedades mentales de prioridad entre niños y adolescentes.
“La edad de mayor riesgo es en la adolescencia o preadolescencia, esto debido a los cambios corporales y los que son propios de la etapa. Pero cada vez los trastornos se están presentando a más temprana edad: lo que antes comenzaba a los 14 años, ahora surge a los 9 años o a menor edad”, detalla la especialista.
¿A qué debemos estar atentos?
Las principales señales de alerta que se presentan previo al desarrollo de un TCA son aquellas actitudes de aislamiento como evitar comer en público o con quienes componen el entorno familiar. Además de un estado de constante preocupación por la comida o un sentimiento de culpa frecuente.
Frente a esto, resulta sumamente importante no minimizar estas conductas de riesgo, observarlas con atención y conversar sobre ellas. “Es responsabilidad de los padres poder modelar conductas alimentarias saludables, es decir, comer en la mesa, tener una alimentación balanceada, respetar tiempos de comida y por sobre todo no encasillar entre alimentos buenos y malos. También abrir espacios para hablar del mundo emocional con sus hijos, saber qué les ocurre para que no expresen lo que les sucede a través de estas conductas”, destaca Marcela.
Diagnóstico
Los TCA tienen un mejor pronóstico y evolución cuando se realiza un diagnóstico a tiempo. Es fundamental acudir a centros que cuenten con un equipo multidisciplinario de profesionales expertos en trastornos de la conducta alimentaria (médico pediatra con especialidad en adolescencia, nutriólogo, psiquiatra, psicólogo y nutricionista). Por su parte, el tratamiento debe ser específico y personalizado para cada paciente. De hecho, el tratamiento psicológico junto con la reeducación de los hábitos alimentarios es la piedra angular de un buen programa de tratamiento en la mayoría de estos trastornos.
Para finalizar, la especialista agrega que “debemos crear el hábito de no opinar del cuerpo de otros. Educar a los niños sobre la diversidad y respeto corporal. Nuestro cuerpo es valioso en todas sus formas y tallas”.