Desde el inicio de los tiempos, a pesar de que cada niño es único, todos han empleado el mismo “lenguaje” para expresar sus sentimientos y necesidades: el llanto.
Leer artículo completo Que el bebé llore es algo normal, pero puede llegar a convertirse en un motivo de preocupación para los padres. Cuando no encontramos la causa del llanto de un niño se puede despertar en nosotros la sensación de inseguridad, impotencia o frustración. Y en caso de situaciones prolongadas puede derivar incluso en comportamientos hostiles hacia el niño.
Aprender a interpretar el llanto de nuestro hijo es aprender a entender qué nos quiere decir. A los padres primerizos puede costarles un poco más, pero no deben desfallecer en el intento: es solo cuestión de tiempo.
¿Cuánto llora un niño?
Los bebés, durante los primeros meses, pueden llorar de 1 a 3 horas diarias, sin que exista una patología importante. A medida que los niños crecen van llorando menos, ya que ellos mismos encuentran otras maneras de calmarse (chupar el chupete, jugar con las manos, etc.).
¿Cómo lloran los niños?
Es imposible ignorar el llanto de un niño, que se caracteriza por ser enérgico y penetrante. Con el tiempo, los padres aprenderán a distinguir entre el llanto por hambre, por ganas de estar en brazos o por enojo, que resulta ser el más difícil de calmar. El llanto inicial por hambre o falta de afecto puede transformarse en llanto por enfado si no se le atiende a tiempo.
Atención con estas causas
Las causas “físicas” del llanto son las más comunes y sencillas de identificar. Por lo tanto, son las más fáciles de solucionar.
- Hambre: Es importante mantener una disciplina de horarios en la alimentación del niño. Debemos anticiparnos a cualquier circunstancia que pueda retrasar la toma de leche para evitar la sensación de hambre, que puede hacer que el bebé entre en una espiral de llanto e incomodidad que le haga incluso rechazar el alimento.
- Sueño: Cuando los niños están cansados y tienen sueño, pero no pueden dormir, entran en un estado de nerviosismo que acaba convirtiéndose en llanto, malhumor e irritabilidad. Este llanto es suave y rítmico, como si el niño se cantase a sí mismo para relajarse y quedarse dormido.
- Humedad y suciedad: La sensación de humedad y/o de suciedad produce un malestar que les puede llevar a un llanto incesante. Este llanto puede finalizar cambiándole el pañal.
- Incomodidad: Una mala postura, varias capas de ropa o la ropa demasiado ajustada pueden incomodar al bebé.
- Aburrimiento: A los niños les gusta estar todo el tiempo entretenidos y, sobre todo, que les entretengan. Cuando no se sienten lo suficientemente atendidos utilizan el llanto como mecanismo para llamar la atención. El llanto por aburrimiento se caracteriza por ser monótono, con subidas y bajadas de tono enrabietadas, y termina cuando lo cogemos en brazos o lo distraemos cambiándolo de habitación.
- Exceso de estímulo: En ocasiones deseamos estimular demasiado el desarrollo de nuestro pequeño y eso puede llegar a sobreexcitarle. El aumento de movimiento en casa o las visitas a deshoras también pueden irritarle. El exceso de estímulo puede desencadenar sobreexcitación e irritación y, como consecuencia, el llanto.
- Enojo: Cuando a un niño no le dejan hacer lo que quiere o cuando no se le toma cuando desea, se enfada y presenta un llanto parecido al llanto habitual, pero más agudo.
- Ruido: Los sonidos bruscos también pueden asustar al niño y desencadenar el llanto.
- Tensión: En ocasiones, como desahogo de las tensiones acumuladas a lo largo del día, algunos niños se relajan llorando sin causa aparente.
- Enfermedad: Los periodos de incubación de algunas enfermedades y la propia enfermedad se pueden manifestar en un llanto intermitente y en un estado quejumbroso y de inestabilidad, así como en una mayor demanda de atención materna. En ocasiones, el niño da pistas sobre la causa del dolor, llevándose la mano constantemente a la misma zona (por ejemplo, a la boca si le están saliendo los dientes o al oído ante una posible otitis). Mientras, tenemos que dar al niño todas las atenciones hasta lograr su tranquilidad.
¿Causa afectiva?
Es posible que, descartados todos los motivos anteriores, nuestro hijo siga llorando. La causa puede ser afectiva, como el sentimiento de soledad provocado por la ausencia de sus padres.
En cualquier caso, el llanto en los niños es un fenómeno frecuente y normal dado que la sensación de frustración es habitual y propia de la edad. Esta frustración no es mala, al revés, les empuja hacia la superación.
No obstante, la frustración no debe convertirse en una constante y, por eso, hay momentos en los que pueda necesitar mayor consuelo para evitar un sentimiento de impotencia que convierta al niño en malhumorado y poco colaborador.
Fuente: Guía práctica para padres, Asociación Española de Pediatría.
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