La visión de un recién nacido sufre muchos cambios a lo largo del primer mes de vida.
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A continuación, se detallan algunas aspectos importantes que les servirán a los padres para conocer un poco más acerca del desarrollo de su hijo.
Toma nota
- El bebé nace con una visión periférica, es decir, con capacidad para ver a los lados, y gradualmente adquiere la capacidad de enfocar con precisión un punto único en el centro de su campo visual.
- Está preparado para mirar objetos situados de 20 a 30 cm de su cara. Esta es la distancia aproximada a la que se encuentra la cara de la madre cuando un niño está mamando.
- Hacia el mes de edad ya puede enfocar durante un corto espacio de tiempo objetos situados a unos 90 cm de su cara.
- Los padres pueden notar que, a veces, sus ojos están erráticos y existe estrabismo ocasional.
- Cuando se enciende la luz de la habitación, se puede comprobar que el bebé frunce los párpados. Si movemos una linterna a derecha e izquierda, puede mantener los ojos fijos en ella. Sin embargo, aunque pueda fijarse en un punto luminoso, no ve más que una imagen bastante borrosa. Alrededor de las dos semanas, las pupilas empiezan a agrandarse permitiéndole experimentar un rango mucho más amplio de gradaciones de luz y oscuridad.
- Atraen más su atención las figuras o dibujos que tienen más contrastes. Esa es la razón por la que, cuando un recién nacido mira fijamente el rostro de su madre, mira más atentamente a los ojos porque en ellos existe un gran contraste de colores entre la esclerótica blanca, el iris de color y la pupila negra. También por eso lo atraen más los dibujos en blanco y negro o los dibujos muy contrastados, como los que tienen barras blancas y negras alternativas, dianas y tableros de ajedrez.
Fuente: Libro «¿Qué le pasa a mi hijo?», pediatra Dr. Ernesto Sáez Pérez.
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