Ante los ojos de los adultos, la rutina de los niños muchas veces parece alegre y despreocupada, sin mayores responsabilidades que podrían causar estrés. No obstante, la muerte de un familiar, el nivel de exigencia en el colegio, el hostigamiento escolar, dinámicas familiares disfuncionales, sobreprotección, la llegada de un nuevo miembro a la familia, la separación de los padres o el fin de año son factores que pueden influir en el estado anímico de un menor.

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