Educación en casa en tiempos de coronavirus
En los últimos días ha ocurrido cierta controversia acerca de mi opinión sobre el “teletrabajo académico” de los escolares en esta situación de cuarentena que impera hoy Chile.
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Algunos padres han interpretado mis palabras como una invitación a eliminar toda obligación académica, mientras que otros estiman que sí es posible que un trabajo a distancia bien hecho cumpla con el currículo escolar. Desde mi doble condición de especialista en salud mental infantil y conocedora del cerebro en desarrollo, deseo hacer algunos alcances que irán desde lo más general a lo particular. Las brechas en el acceso a internet en Chile son una realidad, y el principal factor que mantiene las brechas es el factor económico. Más de ¾ partes del acceso nacional a internet se efectúa a través de telefonía móvil, la cual no es la más adecuada para realizar trabajo escolar en línea. Los docentes están empleando una variedad de plataformas digitales educativas que precisan un computador e incluso una impresora. Por otra parte, existe todavía ausencia o deficiencia de conectividad en las zonas rurales del país. En consecuencia, existen dificultades reales para que los estudiantes de todo Chile puedan llevar a cabo un trabajo escolar en línea durante el período de cuarentena, quedando en desventaja aquellos niños de sectores rurales y pertenecientes a los quintiles más bajos. Dicho en cifras, la desventaja alcanza al 40% de los alumnos de la educación pública. Progresar en el currículo escolar tiene características diferentes en las distintas edades y tramos escolares. En una entrevista reciente para CNN, la Directora de Educación Pública Alejandra Grebe admitió que lo más difícil será para los niños de 1° y 2° básico. Esto podría sorprender a muchos, ya que se estima que a medida que el alumno avanza en los grados escolares va enfrentando exigencias cada vez mayores. En realidad, es todo lo contrario. Y esto se explica desde el conocimiento del cerebro en desarrollo. Aprender escolarmente es muy trabajoso, y es muy arduo en los primeros grados escolares, cuando todo es nuevo y difícil. Aprender es establecer una red neuronal en la corteza cerebral o ampliar redes ya existentes. Después de los 15 años es probable que la gran mayoría de los aprendizajes consista en la ampliación creativa de redes neuronales preexistentes. [irp posts=»6736″ name=»Amanda Céspedes: Los primeros 5 años de un niño determinan su futuro»] Pero entre 1° y 4° año básico los aprendizajes de habilidades y de contenidos son nuevos, novedosos y desconocidos. Exigen al niño crear redes neuronales nuevas, lo cual demanda un enorme esfuerzo. Son procesos internos que movilizan toda la mente del alumno y que, además, no son solo un “proceso cognitivo”, como se tiende a creer. Aprender a leer es crear una fascinante y compleja red en la corteza cerebral. Comprender lo que se lee es crear otra red e integrarla con la anterior. Comprender el complejo universo de los números y razonar deductivamente exige crear dos redes compuestas por millones de neuronas e integrarlas con las otras redes. Y así hasta el infinito. Nos pasamos la vida creando redes, modificando las que ya teníamos, reinventando hasta el infinito nuestro cerebro. Estrictamente hablando, los primeros 4 años de la educación básica deberían estar dedicados a crear redes. Y esta tarea necesita de manera imprescindible el acompañamiento del profesor, en una labor fascinante llamada andamiaje. En cambio, de los 10 años en adelante, aprender escolarmente implica ampliar redes preexistentes, enriquecerlas, y los alumnos ya pueden trabajar de manera autónoma en la medida que el profesor les guíe metodológicamente. En honor a la verdad, para un alumno exitosamente escolarizado, lo más fácil debería ser… ¡la enseñanza media y luego los estudios universitarios o técnicos! Basándonos en esta evidencia, quienes adscribimos al modelo de cerebro en desarrollo (o de neurociencias aplicadas a la educación) sostenemos que durante el primer ciclo básico se debería podar al máximo el currículo en términos de contenidos para dar espacio al enriquecimiento de esas habilidades básicas de escolarización. Y esta certeza es máxima hoy, en tiempos de cuarentena forzada. Acompañar a los niños a aprender, especialmente a los más pequeños, es un arte que pocos adultos dominan. Es mucho más sencillo arruinar una instancia de trabajo académico en casa que facilitarla. El error más común es la impaciencia. El adulto intenta apurar el trabajo, normando e imponiendo como si aprender fuese una carrera contra reloj. Es probable que la impaciencia esté a flor de piel en estos momentos, cuando el temor a enfermar, a la falta de trabajo, a la cesantía, a quedar sin dinero para pagar las cuentas y la irritabilidad que provoca el encierro son las emociones predominantes en los adultos. Por otra parte, los niños también están afectados. Ellos desean salir a jugar, ver a los amigos, correr, todas las actividades que son la esencia de la niñez. Llama la atención que en la ordenanza acerca de la cuarentena total se autorice a pasear a las mascotas, pero nada se menciona respecto a poder llevar a los niños a dar una vuelta a la manzana. Este es un tiempo para echar mano a la creatividad, sabiendo que muchas actividades informales son un excelente estímulo intelectual. He aquí algunas sugerencias: En la última década el lenguaje de muchos jóvenes y adultos se ha envilecido (se emplean chilenismos ofensivos y abierta coprolalia, es decir, lenguaje grosero) y el léxico (vocabulario) se ha ido empobreciendo. El covid-19 llegó para invitarnos a poner atención a nuestro lenguaje tanto cuando hablamos entre adultos como cuando nos dirigimos a los niños. Solo un dato: hace 70 años los niños entraban a 1° de preparatoria (1° básico actual) conociendo un promedio de 3 mil vocablos de nuestra lengua y los empleaban en su totalidad. Hoy los niños entran a 1°básico conociendo un promedio de 600 vocablos, pero emplean cotidianamente menos de 300. Podemos elegir una hora y un lugar y dedicar unos 15 minutos a leer por turnos. Luego, conversamos acerca de lo leído. La mejor manera de invitar a los chicos a leer es que los adultos lean en casa. Cocinar en familia es una estupenda instancia para practicar matemáticas, enriquecer el léxico y el pensamiento estratégico (primero hacemos esto, luego lo otro, etc.). Jugar bachillerato, carioca, damas, ludo, tablero chino, es enriquecer lo intelectual. Conversar, cantar, bailar y ver programas educativos en familia es preparar a los chicos para un regreso a clases con flamantes recursos emocionales e intelectuales. [irp posts=»144″ name=»Amanda Céspedes y la educación de calidad»] Mantener rutinas forma parte de una mente ordenada; y la mente ordenada tiene un impacto mucho mayor en los logros de todo tipo (intelectuales, deportivos, de liderazgo) que el llamado “cociente intelectual”. Esta cuarentena es un tiempo ideal para establecer y cumplir rutinas, que consisten en planificar el tiempo distribuyendo actividades y tareas cotidianas. No solo dar un tiempo fijo para realizar el trabajo académico día a día, sino también poner horarios de levantarse y acostarse; designar tareas a cada miembro de la familia: poner la mesa, levantar la mesa, secar los platos, hacer la cama, ordenar la ropa, sacar la basura, barrer el patio, dar comida y agua fresca al perro, etc. son apenas un 10% de toda la multiplicidad de tareas que se pueden planificar. Todas ellas contribuyen al enriquecimiento intelectual y emocional. Aprender lo académico ocurre en la corteza cerebral consciente, vale decir, la mente intelectual, también llamada cognitiva. Pero esta debe ser indispensablemente encendida desde lo profundo, desde el mundo de las emociones. “Aprender requiere que el alma esté serena”. No hay aprendizajes reales desconectados de lo emocional, y este concepto va mucho más allá de la simple motivación. Se requiere curiosidad, expectativa, pasión, sosiego, libertad, conexión profunda con la interioridad. ¿Cómo podemos pretender que nuestros niños, encerrados, sometidos al bombardeo continuo de los medios de comunicación hablando del covid-19 y conviviendo con adultos ansiosos, atemorizados, rabiosos, impulsivos e impacientes, puedan aprender para dar exitoso cumplimiento al currículo escolar 2020? El modelo de neurociencias aplicadas a la educación tiene mucho que enseñarnos acerca de la mente de los niños. En consecuencia, pretender que niños de primer ciclo básico realicen en casa un trabajo académico conducente a cumplir con los objetivos del currículo de este año no es realista. Es probable que los chicos mayores de 12 años pertenecientes a estratos socioeconómicos medios y altos, con buena conectividad a internet, logren trabajar en casa si las actividades son motivadoras y les sirven para alejar de su mente la preocupación y el disgusto frente al encierro. Lo mismo es posible con los alumnos de Enseñanza Media si disponen de un bagaje de recursos cognitivos adecuado, alfabetización digital apropiada y sus proyectos de vida incorporan el logro académico como condición para lograrlos. Pero los más pequeños, enfrentados a aprender contenidos con muy diversas habilidades de escolarización pero con el mismo profundo miedo e inseguridad ante lo que está ocurriendo, no podrán cumplir el sueño de asimilar un exigente currículo desde sus hogares. En tiempos del Covid-19, parece ser que el currículo escolar deberá ser repensado y nuestros niños urgentemente visibilizados como niños, no solo como escolares. Por: Dra. Amanda Céspedes, neuropsiquiatra. Fundación Educacional Amanda [irp posts=»7831″ name=»La importancia del juego en los niños»]
He afirmado que no es realista pretender que niños y adolescentes sometidos a la enorme tensión de un encierro forzado y de una amenaza que se cierne sobre todos puedan llevar a cabo un trabajo académico en casa que garantice que los objetivos del currículo serán cumplidos.
¿Posee Chile una conectividad digital que garantice una educación a distancia sin desigualdades?
¿Es posible que los alumnos realicen trabajo escolar en casa de tal calidad, que cautele el impacto negativo de la cuarentena sobre el currículo escolar?
¿Están los adultos preparados para ejercer una tarea suplementaria a la de los docentes?
1-Cuidar el lenguaje adulto ahora que los niños están siempre en casa:
2-Aprovechar de leer en familia todos los días:
3-Cocinar:
4-Juegos:
5-Actividades
¿Son importantes las rutinas en casa?
¿Para aprender en casa basta tener un mínimo de habilidades intelectuales?