Existe la creencia generalizada que los niños que se crían sin hermanos, o hijos únicos, viven aislados en una burbuja de sobreprotección que les producirá mayores dificultades para relacionarse con los demás cuando sean adultos.
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Otros aseguran que son más narcisistas y mimados, y con tendencias depresivas por su soledad. Pero según los distintos estudios, los adolescentes tendrán problemas de socialización de mayor o menor grado independientemente de si tienen o no hermanos.
Ventajas
Existe tendencia a ver el modelo de familia perfecta como aquella que está compuesta por dos hijos, idealmente de ambos sexos, por lo que se suele idealizar a las familias con hermanos. Pero existen otros aspectos que pueden afectar la convivencia como, por ejemplo, la rivalidad y los conflictos que surgen por celos entre hermanos.
Así, ser hijo único no es necesariamente un indicador de que se presenten más trastornos que los que tienen aquellos con hermanos sino que incluso podría tener algunas ventajas:
- Suelen trabajar bien en equipo.
- Podrían ser más extrovertidos ya que aprenden a compensar su soledad con una mayor facilidad para hacer amigos.
- Pueden ser menos competitivos porque han crecido fuera de rivalidades entre hermanos.
- Podrían ser más creativos porque están acostumbrados a jugar solos y desarrollan más su imaginación.
- Podrían tener más facilidades para acceder a una buena educación, por el menor nivel de gasto de los padres que no tienen que repartir sus ingresos en cuidados de varios hijos.
No sobreproteger
Es cierto que no tener hermanos significa no disponer de un amigo y confidente cerca, alguien cercano a la edad que le acompañe en sus juegos e inquietudes. Y si los papás les sobreprotegen, pueden convertirse en personas tímidas e inseguras. Pero estas desventajas no siempre se desarrollan. Dependerá de la crianza que se les dé y de las condiciones familiares en que se desarrollen.
La clave para que los hijos únicos no sean adultos con problemas a la hora de empatizar, compartir o trabajar en equipo está en el tipo de crianza que viven y no tanto en la crianza con hermanos. Otro factor importante y recomendable es la presencia de otros niños de distintas edades (ya sea en casa o fuera de ella) para jugar y relacionarse.
No se trata de determinar si es mejor o peor tener hermanos, sino de valorar cada situación en sus matices y tratar de criar de acuerdo a ellos.
Fuente: Sociedad Chilena de Pediatría (Sochipe)
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