Hemos leído mucho acerca de la importancia del juego en la vida de los niños. Es increíble ver cómo han proliferado los talleres de Lego, ingeniería para niños, ciencias y bloques, como también los lugares que no son simples “guarderías” sino casas ambientadas con distintos sectores de juegos donde la familia disfruta de disfrazarse, jugar a la casa, a los autos, zonas de agua, etc.

Por fin estoy viendo una real preocupación tanto de los padres como de los educadores de volver a encontrar espacios para el juego libre y espontáneo, donde el niños tengan posibilidad de ser creativos e imaginativos. Y lo que me gusta de estos talleres y casas llenas de juegos es que ninguno tiene pantallas: llámese tablets, videojuegos, móviles, etc.

Tan importante es el juego en el desarrollo cerebral como emocional del niño, que los expertos dicen que es “imperativo” y que no se puede reemplazar por nada, por más que la app sea de última generación o que la tablet sea extra touch.

Armando ideas

Me encanta cuando me siento en el suelo a observar a los niños en el rincón de la construcción armando sus ideas más geniales, desde castillos llenos de murciélagos, pasando por puentes mágicos con lindas brujas en sus escobas, caminos llenos de autos y camiones súper poderosos que llegan a la montaña más alta.

La imaginación de los niños no tiene límites, en la medida que nosotros los adultos les proveamos las condiciones para que ello suceda.

Además de imaginar, el jugar con bloques desarrolla la capacidad de empatizar con el otro, de saber qué está pensando, de trabajar en equipo, y lo más importante, desarrolla el lenguaje y el pensamiento crítico al poner en juego las visiones y mundos de cada participante.

Como mamá y educadora gozo mirando y escuchando las conversaciones que se dan entre los niños. Esto me sirve también para ir evaluando su nivel de vocabulario, sus frases, su nivel de comprensión, motricidad fina y destrezas sociales. Todo esto sería casi imposible de evaluar con un niño sentado quieto frente a un pizarrón.

Jugar, jugar y jugar

Nuestra sociedad les exige a los adultos que ingresan al mundo laboral que sean proactivos, opinantes, con personalidad, que defiendan sus puntos de vista, que sean creativos e ingeniosos. Pero esto JAMÁS se logrará educando generaciones de niños-oveja que solo hacen lo que el profesor dice, donde lo único que se hace es copiar del pizarrón.

En los países líderes en educación los niños ingresan al sistema escolar a los 7 años, de manera que desde los 2 a los 7 juegan y juegan. Porque solo jugando son capaces de aprender.

 

Por: Carolina Pérez, Educadora de párvulos UC. Máster en educación Harvard University, docente Universidad de los Andes. Directora de Helsby International Preschool.