Proyecto de kínder obligatorio: ¿bueno o malo?

De acuerdo a la neuropsiquiatra, Dra. Amanda Céspedes, para entender el valor del kínder en la educación es preciso considerar el proceso madurativo del cerebro infantil entre los 5 y 7 años. Estos 2 años son un momento de profundos cambios cerebrales, que preparan la mente para enfrentar nuevos desafíos. «En esta etapa, en la mente del niño comienzan a despuntar nuevas funciones cerebrales que serán claves por los próximos 5 a 7 años (primer y segundo ciclo básico). Pero siguen predominando espléndidas habilidades cognitivas propias de la mente del párvulo», señala.

Un error

Desde esta perspectiva, la Fundación Educacional Amanda considera erróneo adelantar la escolarización llevándola al prekínder y kínder. «Los niños de prekínder poseen una mente propia, maravillosamente sabia y aprenden a través de procesos que les son propios y privativos de esa edad. Y los niños de kínder están en una fase de transición, desarrollando recién nuevas habilidades intelectuales. Forzarlos a aprender como lo hace un niño de 7 años es agobiarlos y dañar su esencia», indica la experta.

Transición

Para Amanda Céspedes, el kínder debe ser diseñado como un curso de transición. Por ejemplo, en vez de forzar a todos los niños de este nivel a leer, se debe trabajar de manera extensa y creativa sobre las habilidades fonológicas.

Algunos niños van a leer, pero la mayoría (especialmente niños provenientes de sectores vulnerables)  deberán esperar los 7 años para leer. No obstante, si se han trabajado de manera adecuada las habilidades fonológicas, esos niños aprenderán fácilmente a leer e ingresarán con soltura a la etapa de comprensión lectora.